De Jos Saramago

Páginas: 7 (1526 palabras) Publicado: 8 de abril de 2015
Desde el escritorio de

De José Saramago, algunas palabras, ideas, escritos para desollar palabras
y encontrar nuestra mente atenta despertando a la vida
Recomendar al lector el método en su día a día: tome las palabras, péselas, mézalas, vea la manera como se unen,
lo que expresan, descifre el airecillo bellaco con que dicen una cosa por otra y venga a decirme si no se siente
mejor después dehaberlas desollado. A las palabras hay que arrancarles la piel. No hay otra manera para
entender de qué están hechas.
Cuántas veces precisamos la vida entera para cambiar de vida, lo pensamos tanto, tomamos impulso y vacilamos,
después volvemos al principio, pensamos y pensamos, nos movemos en los carriles del tiempo con un
movimiento circular, como los remolinos que atraviesan los camposlevantando polvo, hojas secas,
insignificancias, que a más no llegan sus fuerzas, mejor sería que viviéramos en tierra de tifones. Otras veces es
una palabra cuanto basta.

Dios como problema
Publicado en El País

Tribuna: José Saramago

No tengo ninguna duda de que este artículo, empezando por el título, obrará el prodigio de poner de acuerdo, al
menos por una vez, a los dos irreductibles hermanosenemigos que se llaman Islamismo y Cristianismo, sobre
todo en la vertiente universal (es decir, católica) a la que el primero aspira y en la que el segundo, ilusoriamente,
todavía sigue imaginándose. En la más benévola de las reacciones posibles, clamarán los biempensantes que se
trata de una provocación inadmisible, de una indisculpable ofensa al sentimiento religioso de los creyentes de
ambospartidos, y, en la reacción peor (suponiendo que no haya peor), me acusarán de impiedad, de sacrilegio, de
blasfemia, de profanación, de desacato, de tantos cuantos delitos más, de calibre idéntico, sean capaces de
descubrir, y, por tanto, quién sabe, merecedor de una punición que me sirviera de escarmiento para el resto de mi
vida. Si yo mismo perteneciera al gremio cristiano, el catolicismo vaticanotendría que interrumpir durante un
momento los espectáculos estilo Cecil B. de Mille en que ahora se complace, para darse el enojoso trabajo de
excomulgarme, aunque, cumplida esa obligación burocrática, se quedaría de brazos caídos. Ya le escasean las
fuerzas para proezas más atrevidas, puesto que los ríos de lágrimas llorados por sus víctimas empaparon,
esperemos que para siempre, la leña delos arsenales tecnológicos de la primera inquisición. En cuanto al
islamismo, en su moderna versión fundamentalista y violenta (tan violenta y fundamentalista como fue el
cristianismo en los tiempos de su apogeo imperial), la consigna por excelencia, todos los días insanamente
proclamada, es "muerte a los infieles", o en traducción libre, si no crees en Alá no eres más que una inmunda
cucarachaque, pese a ser también una criatura nacida del Fiat divino, cualquier musulmán cultivador de los
métodos expeditivos tendrá el sagrado derecho y el sacrosanto deber de aplastarla bajo la babucha con la que
entrará en el paraíso de Mahoma para ser recibido en el voluptuoso seno de las huríes. Permítaseme, por tanto,
que vuelva a decir que Dios, habiendo sido siempre un problema, es ahora elproblema.
Como cualquier otra persona para quien la situación del mundo en que vive no le es del todo indiferente, vengo
leyendo algo de lo que por ahí se escribe sobre los motivos de naturaleza política, económica, social, psicológica,
estratégica, y hasta moral, en que se presume que han echado raíces los movimientos islamistas agresivos que
están lanzando sobre el denominado mundo occidental (aunqueno sólo en ése) la desorientación, el miedo, el
más extremo terror. Fueron suficientes, aquí y allí, unas cuantas bombas de relativa baja potencia (recordemos
que casi siempre fueron transportadas en mochilas hasta el lugar de los atentados) para que los cimientos de
nuestra tan luminosa civilización se estremecieran y se abrieran brechas, a la vez que se tambaleaban
aparatosamente las precarias...
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