Jose saramago
Nadie murió aquel primero de enero en ese lugar innombrable. La muerte, con su milenariae impecable labor decidió ausentarse de la vida. La paradoja se alza y es la columna vertebral de la obra que narra esta historia: Las intermitencias de la muerte, escrita por el premio Nobel deliteratura José Saramago.
El sueño más fantaseado por todos los humanos, una vida eterna, se cumple en un país del que aún se desconoce el nombre, sin embargo, este único ejemplo en la historia de lahumanidad pasa a ser la fiel evidencia de que no todo aquello que brilla puede ser oro.
La muerte deja de matar, eso sí, pero… ¿El tiempo se detiene? En un principio fue gloria nacional-celebraronvarios días- sin embargo, en pocos días se convirtió en la peor pesadilla para todas las personas que de alguna manera pensaron que vivirían sin envejecer por siempre, sin contar con el pequeño detalleque venía en esta entrega especial de la muerte.
Es verdad, ya no moría nadie, pero el tiempo transcurría de la misma forma, lo que para algunos fue regocijo para otros fue una desconsuelo. “Notodo es fiesta, porque al lado de unos cuantos que ríen, siempre habrá otros que lloren”.
Diversos sectores asistenciales-tanto para la vida como para la muerte- manifestaron su descontento ante estainusual circunstancia. Por un lado, los hospitales porque ya los enfermos terminales o heridos de muerte formaban un gran peso con relación al cuidado que los médicos y enfermeras podían ofrecer....
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