de la derecha a la izquierda la iglesia católica en la Colombia contemporánea
Afortunadamente hay excepciones y unos cuantos investigadores intentan llenar algunos de estos vacíos. Es el caso del historiador norteamericano Michael LaRosa, quien, en el marco de su tesis doctoral, se interesa por el estudio de las políticas sociales de la Iglesia católica colombiana entre 1930y finales de los años 70. Al abordar la cuestión social, el autor pretende demostrar que la imagen tradicional con la que se ha revestido al catolicismo colombiano –“conservador, estático y falto de iniciativa”- no corresponde a una Iglesia cuyas características “escasamente se ajustan a esta concepción” (p. 34). Según LaRosa, el interés creciente del clero por la situación de los campesinos ydel proletariado urbano es razón suficiente para demostrar que los prejuicios sobre la supuesta indiferencia social de la Iglesia carecen de fundamento y que, por lo tanto, no se puede afirmar que la institución eclesiástica sea conservadora o antiprogresista. Ese interés es evidente a partir de 1930, cuando las políticas de la Iglesia en materia social se tornan “más agresivas” y “más activas”(capítulo 2): se trata, dice LaRosa, de la respuesta del episcopado al desafío planteado por el partido liberal, que retorna al poder precisamente en 1930. La creación, en 1946, de la Federación Agraria Nacional (FANAL) y de la Unión de Trabajadores de Colombia (UTC), son claras manifestaciones de la “acción” emprendida por la Iglesia para responder, desde una perspectiva cristiana, a los problemassociales de la época: “FANAL y la UTC representaron acciones serias y dinámicas de la Iglesia Católica, en su intento de organizar a los trabajadores rurales y urbanos como respuesta a la profundización de las crisis económicas y sociales de América Latina después de 1930 […]. La sola existencia de estos programas permite contradecir la fácilmente aceptada y acrítica noción de la Iglesia Católicacomo una institución estática, confesional y obsesionada por el cumplimiento de los sacramentos” (p. 30).
Anteriormente, ya se habían presentado otras iniciativas que buscaban el mismo objetivo: la creación de la Acción Católica y de la Juventud Obrera Católica en los años 30. El autor insiste en que si bien todas esas tentativas terminaron fracasando, en cierta medida prepararon el camino para elsurgimiento de posiciones más radicales: la militancia de Camilo Torres o de grupos como Golconda y SAL (capítulos 3 y 5) se enmarca en las “tendencias históricas y sociológicas” de los años 40 y 50.
Además de cuestionar la imagen tradicional que se tiene de la Iglesia católica colombiana, Michael LaRosa también se fija como objetivos centrales de su trabajo abordar, siempre desde una...
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