Democracia participativa y derechos humanos en argentina

Democracia participativa y Derechos Humanos en Argentina
Por Anahí Fernández

La intrínseca relación que tienen hoy los Derechos Humanos con la democracia resulta innegable. Efectivamente, democracia y Derechos Humanos son dos componentes que se refuerzan y condicionan mutuamente y por tanto, la plena observancia de estos derechos constituye el mayor desafío que encara un gobiernodemocrático.
Pero la democracia tiene como fin no sólo la formalización de los derechos sino convertir éstos en capacidad efectiva. El grado de capacidad otorgado a la ciudadanía revela el verdadero carácter del régimen democrático.
En nuestra América Latina los regímenes democráticos no han logrado construir una fuerte capacidad ciudadana y la ausencia de un Estado inteligente yautónomo – destruido por las dictaduras, deteriorado en la década perdida y gravemente dañado a partir de las recetas neoliberales de los 90- impide asegurar las condiciones para la realización de la ciudadanía. También debe considerarse que en muchos de nuestros países hay una crisis en los partidos políticos que experimentan cuanto menos una considerable debilidad desde el punto de vistaorganizativo y padecen también la crisis de representación que alcanza a muchas instituciones sociales.
Se presenta entonces una aparente paradoja: si bien los regímenes democráticos que se han ido restableciendo tras décadas de gobiernos autoritarios y/o dictatoriales se basan en un sistema de derechos positivos de nivel nacional e internacional, nuestros países tienen enormes dificultades paragenerar las condiciones requeridas a fin de hacer efectivo el ejercicio de esos derechos. Así entonces, el desmantelamiento del Estado, la fragmentación social, la exclusión social, la pérdida de legitimidad de instituciones de la sociedad civil conspiran contra el efectivo disfrute de los derechos humanos.
En Argentina la cuestión de los derechos humanos y su relación con la democracia enfrentaademás una problemática particular.
La transición de la dictadura sangrienta a un modelo de estado democrático formal a mediados de los 80 inició la puesta en debate de lo silenciado. Grupos sociales, organismos de Derechos Humanos, victimas y el propio Estado situaron la demanda en las problemáticas propias de la pos-dictadura militar: “Nunca Más”.
Diversos actores de la sociedadcivil comenzaron a situar la demanda de los Derechos Humanos en el ámbito interno e internacional a partir de sus reclamos en relación a los crímenes de lesa humanidad: “aparición con vida”, “Justicia”, “No impunidad”, “cárcel a los culpables”, “recuperación de hijos, nietos y familiares desaparecidos”.
Estos intentos desde políticas públicas ejemplificadoras como el Juicio a las JuntasMilitares y su sentencia, fueron generando un contra-discurso respecto de los hechos sucedidos en la dictadura en los propios grupos de poder subyacentes al Estado y persistentes en el poder militar y eclesial así como en sectores de la sociedad civil. Ocupando lugares especiales en los medios de comunicación se demonizó la temática de los derechos humanos, se instauró una “opinión publicada”donde los comunicadores que no podían justificar las atrocidades paradojalmente recrearon un discurso que aún sigue vigente habilitando el discurso de que existió una “guerra”, resignificando el discurso que justificó el llamado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) mediante la llamada “teoría de los dos demonios”[1] tal como lo plantea la Doctrina de la Seguridad Nacional. [2]
Almismo tiempo, en este escenario de los años ochenta hubo también un momento de reforzamiento de la idea misma de “democracia” y la temática de la democracia y la democratización se instaló como una temática central. Pero la vocación democrática sin embargo, no lograba garantizar la efectiva vigencia de los Derechos Humanos.
En los noventa se produjeron grandes avances en lo normativo con...