Desfalco Humano De La Política

NOS HAN CERCENADO EL INSTINTO DE ABSOLUTO
Por Jorge Guebely
Nunca imaginé que la invitación de la profesora Beatriz a su apartamento ocasionaría tantos descalabros en mi percepción política de la sociedad, poco importaba si ella sólo quería compartir algunas nostalgias de los tiempos universitarios.
Todo estaba secretamente cotejado por el Destino, allí me encontré con Carmen, una escritoracon reconocimiento nacional. Entre los tres iniciamos una tertulia de apuntes brillantes y añoranzas, los tres seguimos su camino espontáneo, hasta cuando cambió de rumbo, hasta cuando aclaré mi situación social: mi condición de pensionado, mi tiempo invertido en la escritura y la pintura.
Hasta cuando expresé con insistencia el carácter sagrado de la pintura, una actividad para descubrir al serhumano, su geografía tan misteriosa y convulsiva. ‘Cada cuadro, cuando es sincero, es una voz colorida que nos envía el ser interior’, dije.
Suficiente afirmación para pasar de los apuntes inteligentes y banales a las reflexiones sobre la pintura. Para que Carmen manifestara su nostalgia por ese mismo arte, pintaba mucho en su niñez y nada de eso le quedaba, sólo brumas de un recuerdoevanescente.
Ahora escribía poemas cortos en sus largas jornadas académicas, fingía tomar apuntes mientras plasmaba el poema que revoloteaba en su conciencia. Se consideraba escritora de corazón pero le habría gustado ser pintora.
También escribía cuentos, los concebía en cualquier rincón del día para luego redactarlos en sus horas de descanso. Por eso escribía cuentos cortos, carecía de fuerzas paracomponer historias de grandes alcances. ‘Escribir y sobrevivir son tareas casi excluyentes’, dijo.
Beatriz también fue presa de la nostalgia. Con valentía confesó estar dispuesta a cometer una locura. ‘La he querido hacer toda la vida y ha llegado el momento, sólo así me puedo liberar de este nudo en el corazón’, dijo poniéndose la mano en el pecho.
Entró a una de las habitaciones, revolviódiferentes cajas y regresó con un cartapacio de telas y cartones. ‘Éstos son los cuadros que pintaba de niña’, exclamó.
Los cotejó sobre la mesa escogiendo los más amados. Las imágenes se concentraban en torno a los familiares: papá, mamá, hermanos, tíos, etc.; casi todos inmersos en alguna actividad del hogar. Los trazos y los colores no dejaban de lado el encanto infantil.
Me interesé por un temarecurrente e intenso: las miradas de los personajes, carentes de sentimiento, no expresaban tristeza ni regocijo, tampoco dolor ni placer. Pero no estaban muertas, la vida vibraba en su interior. Emitían un vacío vivo y cristalino, una brillantez sólida e inasible.
Sin darme cuenta, comparé mentalmente aquellas miradas con un puente, nosotros nos hallábamos en el extremo externo y podíamos vislumbraruna región liviana, casi flotante, en el extremo interno.
Cualquiera de los rostros despertaba la misma sensación, el azar no había tenido ninguna injerencia, la obra le pertenecía a la autora, ella nos revelaba esa región inédita con su percepción de niña.
Yo estaba poseído, estático por fuera, impresionado en mi interior, no encontraba palabras para nombrar mis sensaciones. El primercomentario de Carmen me quebró el silencio: ‘Esas miradas…’, balbuceó. Después de una breve pausa, volvió a balbucir: ‘Miradas indefinidas y raras’.
-¿Qué mirabas cuando pintabas?, le pregunté a Beatriz.
Desconcertante fue su respuesta, había descubierto las extrañas miradas en sus personajes, razón por la cual, nunca se había desembarazado de los cuadros, pero se preguntaba con insistencia qué mirabacuando pintaba y nunca había encontrado explicación alguna. ‘Al perder la niñez –dijo-, también perdí la claridad en los ojos’.
De pronto, nos hallamos envueltos en una sola psicología, un solo ser compuesto por tres personas. Nuestras observaciones surgían de un mismo tronco.
Cojeturé que ese era el precio a pagar por acceder a la edad adulta, perder la inocencia significaba prescindir de un...