Dirección

el tono sensual y hasta me atrevo a decir romántico entre los protagonistas, así como los interiores y decorados, sobre todo ese pasillometafórico que comunica y separa la salas de espera del bufete donde está la secretaria, con el despacho del abogado, la separación entre el “bien” y el“mal”, lo público de lo privado, lo aceptable de lo prohibido. Si no la pongo un 10 es por el final, que desafina del resto de la intriga pero me hagustado el enfoque del director pues muy pocos se atreven a mostrar las parafilias que no son políticamente correctas.

El diseño de producción,minimalista y casi barroco, de Amy Danger (bonito nombre…) induce a ello, aunque la dirección artística de las oficinas de Grey es soberbia y estácuidada al detalle. Como si de una ensoñación se tratase, los colores, la disposición de las luces, el mobiliario…realmente es otro mundo al queaccede Lee y que le va a proporcionar, no sin un aprendizaje, la ansiada libertad espiritual y sexual. De familia disfuncional, Lee se sientesobre todo una incomprendida, que no sabe muy bien lo que siente acerca de nada. El choque con el señor Grey es lo más parecido a un despertar, a unatransformación, que conllevará, después de un camino tortuoso e irregular, a una nueva vida plena y satisfecha. Y no hay el menor desmayo de ritmoni de interés en ese viaje de Lee, con una interesante galería de secundarios y con un arriesgado climax que se sostiene sin aparente esfuerzo.