Discurso Enrique Krauze

Discurso Enrique Krauze.
Señor Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa; honorables miembros del presídium; señoras y señores.
Ante todo, quiero felicitar a los distinguidos mexicanos y mexicanas que reciben hoy el Premio Nacional de Ciencias y Artes, y agradecer a los jurados respectivos, de parte de ellos y del mío propio, el honroso conocimiento que han tenido a bienconcedernos.
En este año de 2010, hemos conmemorado dos guerras decisivas en la historia de México. Tal vez valga la pena cerrar el ciclo con una reflexión complementaria: una cavilación sobre la paz.
En 1970, don Daniel Cosío Villegas, dio a leer a sus alumnos del doctorado de historia, en el Colegio de México, un texto suyo sobre la situación que guardaba el país 100 años atrás. Se titulaba,precisamente, Cavilación sobre la Paz.
Lo leí con fascinación y extrañeza, fascinación por el amoroso detalle con que el maestro reconstruía la era de los liberales y extrañeza por el remoto asunto que abordaba. A pesar del movimiento estudiantil, la paz no era entonces un tema vigente, el país llevaba al menos tres décadas de ser una isla de tranquilidad en un mundo en guerra.
Fuimos puerto de abrigopara los perseguidos del racismo europeo, para los republicanos de la Guerra Civil española y para otros, refugiados de la Segunda Guerra Mundial, como los cientos de niños rescatados de campos de concentración soviéticos.
Ni siquiera la Guerra Fría nos afectaba de manera directa. México parecía destinado a la paz perpetua. Era difícil leer aquellas páginas de Cosío Villegas sin conmoverse por laangustia de los liberales ante la precariedad de su recién recobrada República. 50 años de luchas los contemplaban; desde la Guerra de Independencia hasta la Guerra de Reforma y de Intervención.
No es casual que en las rugientes estrofas del Himno Nacional, resonaran repetidamente las horrísonas erres de la palabra guerra y toda suerte de voces guerreras.
En 1867, finalmente, Juárez y su grangeneración habían restaurado la República pero no la paz. Por qué no llegaba una con la otra. A lo largo de aquél fugaz decenio democrático, conforme aparecieron los focos de violencia, los pensadores se hicieron esa pregunta, al principio con paciente optimismo, luego con desesperación.
Por qué persistían los asaltos en los caminos y los secuestros en las plazas. Por qué estallaban las revueltas,rebeliones, revoluciones. Cómo conquistar la paz, como arraigarla.
Francisco Zarco, que murió al comienzo del periodo, advertía que la paz había que alcanzarla sin prescindir del orden constitucional y la hacía depender del progreso material.
Pero ya en el conflictivo periodo de Sebastián Lerdo de Tejada, otros escritores invirtieron la fórmula. Sin la paz, decía el joven Justo Sierra, todasolución de nuestros problemas económicos queda infinitamente aplazada.
Y una voz única se unió a la cavilación, la de José Martí, que queriendo arraigar en México, participó en esos años con gran lucidez en nuestra vida pública.
Al precipitarse la Revolución acaudillada por Porfirio Díaz, Martí fue su crítico más resuelto. México necesitaba desviar la mirada ávida de la perniciosa vida pública yconvertirla al seno de la tierra en riqueza honrada, escribió.
Necesitaba una lenta labor educativa nuestro país, y necesitaba las grandes reformas económicas que dieran animación y bienestar al pueblo; pero nada de eso aparecía en el horizonte, dominado ya, entonces, por un hombre, escribió Martí; un hombre que se declaró, por su exclusiva voluntad, señor de hombres. Martí abandonó México ysiguió su camino.
Para Cosío Villegas, la moraleja de aquella cavilación era clara: al caer la República restaurada, el país retrocedió y fue menos democrático y representativo, porque los miembros del Partido Liberal no supieron ponerse de acuerdo.Para Porfirio Díaz, la paz fue una prioridad. La acompañó un progreso material notable, que se logró prescindiendo del orden constitucional y legal....