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El ciclo de Krebs (ciclo del ácido cítrico o ciclo de los ácidos tricarboxílicos)[1] [2] es una ruta metabólica, es decir, una sucesión de reacciones químicas, que forma parte de la respiración
celular en todas las células aeróbicas. En células eucariotas se realiza en la matriz
mitocondrial. En las procariotas, el ciclo de Krebs se realiza en el citoplasma
En organismos aeróbicos, el ciclo de Krebs es parte de la vía catabólica que realiza la
oxidación de glúcidos, ácidos grasos y aminoácidos hasta producir CO2, liberando energía en
forma utilizable (poder reductor y GTP).
El metabolismo oxidativo de glúcidos, grasas y proteínas frecuentemente se divide en tres
etapas, de las cuales el ciclo de Krebs supone la segunda. En la primera etapa, los carbonos de estas macromoléculas dan lugar a moléculas de acetilCoA de dos carbonos, e incluye las
vías catabólicas de aminoácidos (p. ej. desaminación oxidativa), la beta oxidación de ácidos grasos y la glucólisis. La tercera etapa es la fosforilación oxidativa, en la cual el poder reductor
(NADH y FADH2) generado se emplea para la síntesis de ATP según la teoría del
acomplamiento quimiosmótico.
El ciclo de Krebs también proporciona precursores para muchas biomoléculas, como ciertos
aminoácidos. Por ello se considera una vía anfibólica, es decir, catabólica y anabólica al mismo tiempo.
El Ciclo de Krebs fue descubierto por el alemán Hans Adolf Krebs, quien obtuvo el Premio
Nobel de Fisiología o Medicina en 1953, junto con Fritz Lipmann.
La cadena de transporte de electrones es una serie de mecanismos de electrones que se
encuentran en la membrana plasmática de bacterias, en la membrana interna mitocondrial o en las membranas tilacoidales, que mediante reacciones bioquímicas producen trifosfato de
adenosina (ATP), que es el compuesto energético que utilizan los seres vivos. Sólo dos fuentes ...
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