DOCUMENTOS
Ana y el Duque
Para Elsa,
con mucha gratitud
y muchos abrazos.
Te quiere, tía Kathryn
ÍNDICE
Capítulo 1 4
Capítulo 2 16
Capítulo 3 28
Capítulo 4 41
Capítulo 5 54
Capítulo 6 68
Capítulo 7 80
Capítulo 8 94
Capítulo 9 105
Capítulo 10 118
130
Capítulo 11 130
Capítulo 12 142
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 154
Kathryn Smith 154
Ana y el Duque 154
Capítulo 1Escocia, 1818
—Entonces ¿por qué no eliges una?
Sumergido hasta la cintura en las heladas aguas del Loch Glenshea, Ewan MacLaughlin se apartó el mojado pelo del rostro y miró distraídamente a su primo Jamie.
—¿Elegir una qué?
Con un suspiro y una mueca de exasperación, Jamie señaló con la cabeza en dirección a la orilla.
—Una de ellas.
En la orilla, se había concentrado un nutrido grupo demuchachas del pueblo para ver nadar a los jóvenes. Algunas de las chicas intentaban convencer a las otras de que se unieran a los chicos, porque el día era cálido y soleado y todas habían estado trabajando desde el alba. Sin embargo, ninguna era lo suficientemente atrevida para meterse en el lago.
Ewan resopló cuando el sonido de las risitas le llegó sobre el agua.
—¿Y para qué querría elegira una de ellas?
Jamie frunció las cejas de color castaño rojizo.
—¿Eres tonto además de testarudo? ¡Para que el resto de nosotros podamos tener también la oportunidad de elegir a una!
Realmente, Ewan no entendía a qué se refería su primo, y estaba convencido de no ser ni tonto ni testarudo, pero mientras examinaba a las chicas de la orilla, se dio cuenta de que la mayoría lo estaba mirando aél. Una incómoda sensación le invadió el pecho. Nunca había pensado en sí mismo como posible presa, pero siendo un joven de más de veinte años, con tierras y soltero, se dio cuenta de que, sin duda, lo veían como un buen partido.
—¡No me interesa ninguna! —afirmó con total convicción, mientras el corazón le latía con fuerza en el pecho. La idea de pasar el resto de su vida con una de esasmuchachas, o con cualquier otra, lo llenaba de pavor.
Con intención de acabar con esa ridícula conversación, se sumergió en las aguas del lago y buceó con poderosas brazadas que lo alejaban de su primo y de sus absurdas preguntas.
¿Él, casado? La sola idea le causaba horror. Aunque muchas de las muchachas del pueblo eran, sin duda, bonitas, no había ninguna que llamara su atención más que las otras.Ninguna que le hiciera latir con fuerza el corazón o por la que se le humedeciera la palma de las manos. No podía imaginarse pasando el resto de su vida con ninguna de ellas. ¿Qué iban a tener en común? ¿Y qué pensarían ellas de un marido que a veces se pasaba media noche despierto leyendo o pintando? Una muchacha escocesa sensata lo encontraría tan aburrido como, al parecer, lo considerabaJamie.
Con los pulmones a punto de estallar, Ewan emergió a la superficie del lago, y vio que Jamie iba tras él, con la larga cabellera castaña flotando como algas a su espalda. La pálida piel de su primo había comenzado a broncearse en vez de quemarse, pero aún estaba mucho más blanco que Ewan. La piel era lo único que Jamie tenía delicado. Era un puro escocés de la cabeza a los pies, tan fuertecomo un buey e igual de tozudo. Tenía que serlo. Gracias a ello, su familia había sobrevivido al despojo de los ricos terratenientes, que los habían echado de sus tierras. Jamie había acudido a su primo Ewan en busca de trabajo para mantener a su familia, y trabajaba duro. Era Ewan, el señor de la tierra, el que no era un auténtico escocés. Por mucho que lo intentara, no podía cambiar el hecho deque por sus venas también corría sangre inglesa.
—¿Qué quieres decir con eso de que no te interesa ninguna? —preguntó Jamie, cortando el agua a su lado—. No encontrarás un grupo mejor en ninguna parte, ni siquiera en la corte del mismísimo rey Jorge.
Sus palabras no pretendían ser insultantes, Ewan estaba seguro de ello, pero de todas formas se sintió herido.
Apartó la mirada para que...
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