Drogas: guerra y verdad
La progresiva criminalización del comercio y consumo de ciertas sustancias ha implicado la restricción de derechos fundamentales que afectan la dignidad, la propiedad y la libre iniciativa económica; y ha arrastrado, además, con la perturbación permanente de las instituciones democráticas y la separación de poderes, dando lugar a una militarización de la vida pública,política y social, que liderada mundialmente por Estados Unidos, compromete la propia soberanía de varios países, imponiendo inmensos costos económicos, sociales y políticos.
El escrito hace algunos apuntalamientos en el campo polémico que involucran la realidad del comercio y consumo de psicoactivos, su criminalización y las exigencias constitucionales.
INTRODUCCIÓN
Los múltiples efectosde una guerra absurda
No hace mucho tiempo, las legislaciones emprendieron la criminalización casi absoluta y progresiva de todas las conductas involucradas en la cadena del comercio y consumo de múltiples sustancias psicoactivas y que empezaron a señalarse con expresiones tan parciales como narcóticos, tan absurdas como drogas ilícitas y tan peyorativas como estupefacientes. A lo largo delsiglo XX las sociedades han perecido expresar una manía especial por la asepsia, dentro de múltiples procesos de criminalización que han comportado elementos racistas y discriminatorios, intereses económicos e industriales, prácticas intervencionistas, elementos religiosos fundamentalistas, y razones -reales o aparentes, muchas veces imposturas- de salud pública. Texas aprobó, en 1914, las primerasleyes contra la marihuana, sólo cinco años antes de que hasta el comercio de alcohol fuera criminalizado en Estados Unidos, mediante enmienda constitucional asegurada por unos votantes puritanos y más femeninos que en tiempo de paz. Pero mientras el comercio de alcohol sólo soportó la criminalización hasta 1933, la criminalización del comercio y el consumo de otras sustancias apenas se estabapreparando en el caldero calentado por burócratas que vieron peligrar sus puestos tras la derogación de la ley seca. Estados Unidos lidera desde el inicio de los años ochenta esta criminalización en el planeta, que ha resultado catastrófica para los países andinos, en particular para Colombia.
La criminalización de las drogas se localiza, entonces, en el cruce de muy variados discursos y prácticasque por su situación estratégica también hacen posible la eventual descriminalización del consumo y comercio de “drogas”. La descriminalización parece una exigencia del constitucionalismo y el liberalismo, cuyos valores centrales como la dignidad humana y el pluralismo resultan pisoteados por una persecución que parece proteger a hombres y sociedades contra sí mismos. Pero también en las teoríaseconómicas del liberalismo se pueden encontrar exigencias normativas, éticas incluso, para descriminalizar las “drogas”. La criminalización de las drogas no debería ser tan clara para los cristianos más ortodoxos, siendo que Jesús no llegó a tratar el tema, ni siquiera en sus parábolas, aunque sí consagro vino. Razones de salud pública más poderosas e incontrastables parecen aconsejar ladescriminalización. Y la represión del comercio y consumo de psicoactivos ha comportado costos económicos y sociales simplemente descomunales que tornan ineficiente una criminalización ya por sí ineficaz, de suerte que el derecho penal “antidrogas” no soporta ningún análisis económico serio.
Una decisión judicial sobre psicoactivos
En mayo de 1994, el fallo de un juez constitucional (SentenciaC-221/94) reconoció la inconstitucionalidad de la criminalización del porte y consumo de sustancias psicoactivas. El exhaustivo Estatuto Nacional de Estupefacientes castigaba el porte y consumo de la dosis personal de psicoactivos, que el mismo Estatuto determinaba en 20 gramos para la marihuana, 5 gramos para el hachís, 1 gramo para la cocaína o sustancia a base de cocaína, y 2 gramos para la...
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