drogas

Drogas y juventud

J. Enrique Cáceres-Arrieta
earrieta2@cwpanama.net

Muchos niños y jovencitos viven deprimidos. Varias son las causas naturales. Pero la mayor es la ausencia de sentidopara vivir. A eso añádele la insatisfecha necesidad de caricias y afecto de sus padres. Tienen hambre de amor parental. ¡Desean caricias y palabras amables de sus padres! Están fastidiados de regaños ycríticas por todo.
Innumerables chicos son huérfanos de padres vivos, y están siendo desplazados del corazón de sus hijos por la empleada doméstica, niñera o la práctica. Esos padres tienentiempo para todo y buenas palabras para todos, salvo para sus hijos. Son luz en la calle y oscuridad en casa.
Al estar semivacía o vacía la necesidad de amor y caricias, el niño o el jovenintenta llenarla con juguetes, televisión, internet, celular, sexo, alcohol... ¡droga! Por estar en su mundo disfuncional, los padres desatienden a los críos, hasta que ¡revienta el problema! En lugar deayudar al hijo lo rematan con castigos innecesarios y palabras necias. Algunos malinterpretan la Biblia para sermonear a los hijos. (Así cualquiera se resiente con “la religión” o se vuelve ateo)Hace años salía en televisión una madre que alardeaba conocer a su hijo: “Mi hijo es un buen chico, hace sus tareas [...] y no toma drogas”. En el traspatio aparecía el hijo de la despistada señoracomprando droga. Muchos padres juran y perjuran conocer a sus hijos. En verdad, no se conocen ni a sí mismos. ¿De veras conocemos a nuestros hijos? ¿Sabemos qué lugares frecuentan, qué páginas de laInternet visitan, qué leen, qué música oyen, qué programas o películas ven, o quiénes son sus amigos? No se trata de crear un estado policíaco, sino de conocer a nuestros hijos. Interesarnos en sumundo sin entrometernos.
Sabemos que el problema real de las drogas está en la demanda, no en la oferta. Pero, ¿qué hacemos con respecto a nuestros hijos? Temo que nada. Si estoy bien...