el adulto

El adulto en la sesión de psicomotricidad
(traducción libre del capítulo dedicado al adulto en el libro L'éducation psychomotrice
de l'enfant, Sylvie Donnet, 1993)
El adulto, es en la sesión un actor importante, su posición es delicada (sobre todo
para una maestra) ya que “no hace nada”. Está a la escucha de los niños/as y disponible
para hacer evolucionar las situaciones. En todo momentoson los niños/as los que le
guían en sus intervenciones (y no ella/el que propone a priori); trabajo difícil frente a
una multitud de demandas y personalidades.
El adulto es primordial para la instalación de una seguridad práctica y afectiva,
el trabajo sobre los límites es una de sus componentes. Cada niño reclama un
reconocimiento único y una ayuda particular: el adulto intenta responder aellos sin
dejarse invadir ni encerrar y quedándose atento al conjunto del grupo (difícil posición
que requiere la presencia indispensable de dos adultos)
1. EL ADULTO PARTICIPANTE EN LA SESIÓN.
a. Compañero simbólico
El adulto no juega con el niño, no entra directamente en el juego: “Las personas
responsables deben estar disponibles cuando los niños juegan, pero esto no significa
que seanecesario entrar en el juego de los niños” (Winnicott, Juego y realidad)
Está disponible, interviniendo eventualmente como indicador o facilitador de un
itinerario sin dejarse encerrar en un papel (el lobo, el médico, la bruja,...) o en un lugar,
si por ejemplo es invitado a visitar “una casa”. Se queda abierto al conjunto de la sesión.
El adulto no formula ningún proyecto a corto plazo sino queda prioridad a
acompañar la movilidad del grupo y de los niños, todo ello teniendo una orientación
global en su trabajo, siguiendo los objetivos de base de la psicomotricidad.
Para esto, el factor tiempo es importante: el adulto va a dejar precisamente una
demanda, desarrollarse una situación, antes de querer hacerla evolucionar, todo ello
dando confianza al potencial de creación y crecimientodel niño. Muy a menudo, ellos
tienen la solución adecuada a su propia evolución. Nuestra intervención puede limitarse
a un pequeño empuje; por ejemplo: presentar el material, nombrarle frente al grupo,...
Estas intervenciones son puntuales, ajustadas y nacidas según las producciones y
los problemas de los niños. No existe respuesta milagrosa.
2
Yo trabajaba con una colega en una clase deprimero de maternal; la psicomotricidad era una
novedad para ella y a menudo, a pesar de su entusiasmo por venir con su grupo a la sesión, se
encontraba desplazada: “me aburro, no sé qué hacer...”
En el transcurso de una sesión, vio que yo acompañaba a un niño al banco inclinado y después
al salto sobre la colchoneta grande. Entonces ella va a dar un sentido al circuito e imponer a todos losniños ir en equilibrio por el banco y después saltar. Algunos niños se caen, otros suben a cuatro patas, lo
que la maestra les prohíbe. El resto de la sesión los niños se muestran muy agitados y muy dependientes
de la maestra.
Este ejemplo relata bien su inseguridad en una situación que se le escapa (pues en la práctica
los niños guían al adulto y no al revés) ya que las expectativas pedagógicasno tienen lugar (al contrario
que en el aula o en la clase de gimnasia tradicional). La maestra quema motores y dirige, tomando como
referencia para todo el grupo la necesidad de un solo niño: los niños vasculan de una situación de deseo,
de “saber” (cada uno a su nivel), a una situación de “deber”, lo que genera su inseguridad, manifestada
por la agitación, la agresividad y la dependencia deladulto.
Con respecto a un grupo de pequeños, la intervención es siempre más individual
(a causa del “egocentrismo” unido a su edad, pero también en razón de los diferentes
niveles de sus competencias motrices). Una vía posible, si el adulto ve un deseo
colectivo de descubrir el equilibrio y la caída, sería reconocer alto y claro la acción del
primer niño, o bien acompañar a algunos de la...