El Alma Y El Cuerpo

Cuando el alma, angustiada, grita tan fuerte que sus quejidos se vuelven insoportables, no queda más remedio que volverse hacia el cuerpo.

Puedesdejar de comer, sentir los pinchazos en el estómago, el hambre que no cesa, los mareos, la debilidad en cada músculo, el rugido de tus tripas, dejar queduela hasta que el dolor del alma se atenúe y parezca un recuerdo leve y lejano.

O puedes comer, comer más y más, devorar compulsivamente los dulces, lasgominolas y el chocolate, sentir tu estómago lleno hasta explotar, el dolor en la tripa más fuerte cada vez, tan fuerte que ya no sientes el dolor delalma, que ya apenas puedes recordarlo.

¿Hay, entonces, alguna diferencia?

La hay, claro. Cuando dejo de comer, los pinchazos en el estómago memantienen alerta, me hacen pensar que tengo un objetivo, que me dirijo a algún sitio, que estoy caminando en alguna dirección. Pero cuando como, la pesadez enel estómago, las náuseas, me frustran, me dejan adormilada, aparece una desagradable sensación de impotencia, de inutilidad, de hastío.

Esto noquiere decir que haya una opción buena y otra mala. En realidad, la única opción valiente y válida es aguantar la angustia, sentirla, enfrentarse a ella,mirarla cara a cara, solucionarla. Pero mientras tanto, si no sabes o no puedes hacerlo, tendrás que hacer algo para no oír esos gritos, para vivir en paz.Comer, no comer. El dolor del estómago vacío, el dolor del estómago lleno. Volverte hacia el cuerpo, aunque ahí no esté la respuesta, y hacer que duela.