El anillo de giges cap. vii
El anillo de Giges
Cap■tulo VII
Las virtudes y la corporeidad humana
"Es placentero, una vez a salvo,
recordar las fatigas".
Eur■pides.
En el hombre hay potencias racionales, como la inteligencia, otras irracionales, como el o■do, y tambi←n unas que pueden obedecer a la razn. Es el caso de los apetitos, ya sea el irascible o el concupiscible. Tanto en elcaso de estas potencias como en el de las racionales, se da una ambigedad, es decir, existe la posibilidad de que se empleen para bien o para mal. Y donde hay ambigedad hay lugar para la virtud: ella logra que lo que era ambivalente (ad opposita) quede orientado en una direccin (ad unum). Tradicionalmente se han sealado dos virtudes fundamentales o cardinales que se ocupan de ordenar esosapetitos que pueden obedecer a la razn: la fortaleza y la templanza. Cuando las caracterizamos como virtudes de nuestra corporeidad, no estamos sugiriendo que slo se limiten a ella: toda virtud supone el ejercicio de las potencias racionales.
a) Fortaleza
Hemos dicho muchas veces que los hombres buscamos el bien. Sin embargo, a diferencia de los animales, no lo conseguimos de manera espont£nea.Con frecuencia nos equivocamos, de modo que, en vez de obtener un bien aut←ntico, nos conformamos con un bien aparente. Hay muchas razones que explican esta divergencia, entre ellas, el hecho de que los aut←nticos bienes muchas veces sean dif■ciles de alcanzar, sean arduos. Por otra parte, adem£s de las dificultades que se presentan en el camino del bien, muchas veces su posesin dista de serpac■fica. As■, el entusiasmo inicial muchas veces va seguido por la rutina, y los apoyos que se recibieron al comenzar un proyecto se transforman en cr■ticas e incomprensiones. Cuando los aqueos se cansan del asedio a Troya y pretenden volver, Ulises los increpa, dici←ndoles: "Con todo, es una vergenza permanecer tanto tiempo aqu■ y volver de vac■o". Para acometer en la bsqueda del bien y perseverar ensu realizacin se requiere una capacidad de £nimo muy especial, que podemos llamar fortaleza.
La adquisicin de la fortaleza
Como toda virtud, la fortaleza se adquiere por repeticin de actos. Cuando se examinan los libros que se escribieron en la Antigedad o en el Medioevo sobre este tema, se ver£ que el prototipo de la fortaleza o de la valent■a est£ dado por el soldado o por el atleta.Hoy no dir■amos eso, pero los esquemas de an£lisis de esos autores del pasado conservan en buena medida su vigencia. Para nosotros, mucho m£s que para enfrentar la guerra, la fortaleza es necesaria en otros campos. Fundamentalmente hoy se requiere una fuerza de voluntad muy grande para seguir un modo de vida diferente al que se suele proponer en los medios de comunicacin, basado en el dinero, lainfluencia y el poder como criterios que marcan una vida exitosa. La literatura contempor£nea, desde Farenheit 451 hasta Un mundo feliz nos da bastantes ejemplos de cmo se requiere una enorme valent■a para no modelar la vida segn los dictados de la masa. En este sentido, una cierta dosis de fortaleza es imprescindible para practicar otras virtudes. Muchas veces la gente hace el mal no porquesienta una especial atraccin por ←l, sino simplemente porque no tiene el valor para actuar de manera diferente a los que tiene a su alrededor. Por otra parte, las circunstancias de la vida pueden llevar a una persona comn y corriente a verse enfrentada a la disyuntiva de ser heroica o degradarse. A veces no caben los t←rminos medios, de modo que nadie puede conformarse con la f£cil excusa de "yo nosoy ningn h←roe".
Aristteles afirma que cada uno deber£ determinar hacia qu← extremo vicioso (cobard■a o temeridad) se encuentra inclinado por temperamento, y deber£ hacer ejercicios de autodominio que lo ayuden a poner la voluntad en la direccin correcta. Como lo habitual es que las personas tiendan a alguna de las formas de cobard■a, tendr£n que ejercitarse tomando libremente ciertas...
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