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Páginas: 11 (2747 palabras) Publicado: 21 de noviembre de 2013
El carnero
Juan Rodríguez Freile
CAPITULO XII

En que se cuenta lo sucedido al doctor Andres Cortés de Mesa, oidor que fue de la Real audiencia de este Reino; su muerte, con lo demás sucedido durante la presidencia del doctor don Lope de Ar­mendáriz. Su suspensión y muerte.

Corría el año de 1581, y la visita del licenciado Juan Bautista Monzón caminaba con pasos tan lentos, que desde susprin­cipios dio muestras que no había de tener buenos fines. Trajo por su secretario ~ Lorenzo del Mármol. Los primeros papeles qué mandó que le llevasen fueron los del doctor Andrés Cortés de Mesa, y con ellos aquel mal proceso.
Luégo, a los principios de la visita, hubo un encuentro entre el visitador y el licenciado Juan Rodríguez de Mora, oidor de la Real Audiencia, por la cual razón lesuspendió y trató de enviar­lo preso a España. El presidente sintió mucho la suspensión del oidor, por ser de su devoción; dijo no sé qué razones pesadas, que quita pelillos—personas de mala intención se las llevaron al visitador, y luégo comenzaron los toques y respuestas entre los dos. Platicábase que el visitador había de tomar la residencia al licenciado Mora en las casas del cabildo, y que lohabía de dejar preso en ellas hasta enviarlo a Castilla.
Estas cosas y otras traían amasados tres bandos: monzonis­tas, lopiztas y moristas. Llamábalos Juan Roldán a estos bandos guelfos y gibelinos, por aquellos dos bandos contrarios que hubo antiguamente en Italia. Los monzonistas hacían bando con la gente de su casa y capitulantes, y el cabildo de la ciudad que fa­vorecia la parte del visitador enlo que había lugar de justicia; los lopiztas, que eran los del presidente don Lope, y los morís­tas, que eran los del licenciado Mora, hacían otro bando, y con lo que platicaban los unos y los otros traían la ciudad albo­rotada y muy disgustosa.
Llegó el día de la residencia, y el primero que vino al cabildo fue el licenciado Juan Rodríguez de Mora; después de un cuarto

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de hora vinoel visitador Juan Bautista Monzón. Había a este
tiempo en la plaza de esta ciudad más de trescientos hombres en corrillos, con las armas encubiertas. En entrándose estos seño­res en la sala del cabildo, comenzó el murmullo en la plaza.
Personas desapasionadas que oyeron la plática y conocieron el daño que podía resultar, acudieron al señor arzobispo, don fray Luis Zapata de Cárdenas, ydijéronle: “Señor ilustrísimo, esta ciudad está a punto de perderse si usia no lo remedia’,. Con­táronle el caso. El arzobispo mandó llamar al tesorero don Mi­guel de Espejo, que vino al punto en su mula, y su señoría subió en la suya. Fueron juntos al cabildo; el señor arzobispo pidió que le abriesen la puerta de la sala donde se tomaba la residen­cia, la cual le abrieron luégo. Entró solo, porque eltesorero, por su mandado, se quedó afuera; y al cabo de una hora salió el li­cenciado Juan Rodríguez de Mora y se fue a su casa. De allí a un breve espacio salieron el señor arzobispo y el licenciado Mon­zón, visitador, y a la puerta del cabildo se despidieron. El visita­dor se fue a su casa y el señor arzobispo y el tesorero subieron en sus mulas.
Estaba un gran corrillo de hombres en la esquina delcabildo,
y fue el arzobispo hacia él; como lo vieron ir hacia ellos, fueron
deslizándo, cada uno por su cabo, que no quedó ninguno. Junto
a las casas reales estaba otro de lopiztas; enderezó el señor ar­zobispo a él, y antes que llegase lo deshizo; y de esta manera fue
a los demás, con que no dejó hombre en la plaza; y con esto se
aquietó la ciudad. Su señoría se fue a su casa, y adelantedio
orden que el licenciado Mora se fuese a Castilla, el cual llegado
a Cartagena halló cédula para ir a la Nueva España, como ade­lanle diré.
Entre estos negocios andaban también los del doctor Mesa. Habíale venido al secretario Lorenzo del Mármol un sobrino, mozo, galán y dispuesto, llamado Andrés de Escobedo. El tío le metió luégo entre los papeles del visitador, con que fue allegan­do...
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