El Cuento Del Boquine

Páginas: 6 (1483 palabras) Publicado: 18 de febrero de 2013
 
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colección
los ríos profundos
El fruto
“La tierra es como la mujer; para dar ruto hay queposeerla”.El arado rasga la entraña negra y pródiga. Tello el timoneroazuza los bueyes: —Ceja, Careto; joise, buey Sombra. La voz des-templada azota en chasquido el riscal bermejo. Los bueyes clavanen el toldo del cielo la media luna de astas nacaradas. Las manoscallosas se jan tenaces en losmangos secos del arado guiandoen tumbos la reja por entre el ondular de zurcos. —Ceja, Careto;joise buey Sombra. Las bestias avanzan con sonaja de cadenasy crujir lloroso de yugo. Cae el sol luminizando los anchurososfancos de músculos al relieve. Rueda el sudor a la sedienta tierrade labios partidos. La roja marejada de surcos muere junto a lacicatriz cancerosa de la quebrada. Tras la quebrada elbohío entre-abre somnolente el ojo oscuro en la az amarillenta y triste.Los bueyes se detienen. La reja no avanza. La imprecaciónestalla violenta en los labios enardecidos de Tello: —Joise, Careto; Joise, Sombra condenao. La baba cuelga espumosa en los labiosígneos de las bestias jadeantes. Ajorados por el incesante cochar,distienden la ramazón brosa de músculos en concentrado esuerzo.Elevan alcielo las cabezotas y muestran el blanco de cascarón delojo pardo en súplica. De súbito, un golpe seco, metálico, se le clavaen el pecho a Tello como un puñal. Decepcionado masculla:—¡Marrayo!, se jendió la reja con una laja. ¿Qué me jagoahora? ¡Tanto trabajo pa ná!Se seca la rente tatuada de arrugas. Impotente ja la miradaen la reja hendida por una piedra.—Caray, la mala.

 

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Abelardo DíazAlfaro
Terrazo
—Telloooo —y el grito desesperado de la mujer trepa cerroarriba.—Mande, mujel.—El nene ta malo.—Lo trasuntaba; ¡suerte perra!Suelta los mangos del arado que se abren en imploración alvacío. Y dando traspiés por los surcos recién abiertos, desciende.Cruza la quebrada, y por el hilo rojo del trillo llega al bohío.De espaldas al camastro, la tostada cabellera en desorden einclinadasobre el Fele, jimotea inconsolable la Juana.—Juana, ¿qué tiene?—Tello —y la palabra se anuda en llanto.Tello, el corazón trepidante, se acerca al camastro. La azblanca, los ojos acuosos entornados, las manos en la hinchadabarriguita, el Fele se queja.—La anemia, Tello; la anemia.—La jambre, mujel, la jambre. Dios se olvía e nojotros.—Tello —increpa la Juana temerosa. —¡Mira que nospuécastiga!—¿Má de lo que nos ha castigao?—Tello, por la Virgen, no blaseme. Con eso no se jace na.Llévelo al dotol del pueblo pa que lo medecine.—Pa lo mesmo, pa lo mesmo e siempre; pal aguaje. Palpobre no hay atendencia.Da la espalda al camastro y camina hacia la ventanitalaminada en azul. Por la cara terrosa le ruedan dos sucios lagri-mones. Lanza la mirada por encima del rancho, por encima delas colinas,hacia el innito.Un poco más calmado balbucea torpemente: —Dispense, Juana, ñamaré al compay Juancho pa que me ayúe a cargarlo palpueblo en la jamaca. ¿Qué se va a jacel?…Ese atardecer Tello y el compadre cruzan la quebrada lle-vando en una amarillenta hamaquita al Fele. Y por el caminito delos bucayos se alejan pesarosos hacia el pueblo. La Juana desde laventanita los mira perderse y el alma se lebarrunta de presagios.Y cuando se borran en un recodo, prorrumpe en llanto histérico.

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colección
los ríos profundos
s
El fruto
—Lo mesmo que el otro, lo mesmo que el diuntito. Fele,mijijo.En las espinas del mayal se desangran los bucayos.…La semilla asomó a for de tierra. La sequía marchitó losdébiles brotes recién trasplantados. Y Tello tuvo que luchar conel gusano, con la changa, contrael sol, contra el viento, contra eldestino. Sólo el hábito le ata al surco, a la tala, a la vida. Las hojasen foración se tienden al hechizo azulado como manos venosasen súplica de lluvia.Tello recoge las hojas “en pinta”. En los ojos cansinos llevaperennemente una hamaquita y un velorio. Y piensa: “La tierraes buena como la mujer, pero el ruto cuesta mucho trabajo cui-darlo y dispués se...
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