EL hambre

Deseábamos la abstención del PSC. Al final, no pudo ser aun cuando cinco de sus veinte diputados en el Parlament optaron por romper la disciplina de voto al negarse a votar en contra de laDeclaración de Soberanía, con lo cual en realidad son 90 y no 85 los votos afirmativos. Todo ello sin contar las dos abstenciones de CUP generadas a raíz de su posicionamiento crítico por considerar el textopoco ambicioso social y nacionalmente (no reconocimiento explícito de los Països Catalans). No les escondo un sentimiento contradictorio. Por un lado, poder vivir la constatación de la existencia deuna mayoría (3/4 partes del hemiciclo catalán) que ha llevado a cabo un pronunciamiento inédito y singular que pivota sobre tres pilares: ciudadanía catalana como sujeto de soberanía, compromiso derecurrir a todas las legalidades (y no sólo a la española) y priorizar la cohesión social y civil del pueblo de Catalunya. Una declaración histórica que señala el camino a recorrer en pocos meses porqueya nunca nada será igual.
El Parlament, el dia 23, enterró el autonomismo y ha dado por superado el statu quo nacido en la Transición porque así lo quiso el pueblo de Catalunya en las calles deBarcelona el pasado 11 de Setiembre. En definitiva, no hay retorno porque la democracia lo puede todo, pese a reconocer que el proceso de transición nacional hacia el ejercicio del Derecho a Decidirpodría descarrilar momentáneamente si la administración española optara por la represión. Victoria pírrica y coyuntural, en todo caso, porque la respuesta democrática, cívica y pacífica, de la ciudadanía nose haría esperar.
Les hablaba de un sentimiento contradictorio a raíz de la desazón que ha provocado en la izquierda catalana la posición del PSC. Mala noticia para el socialismo catalán y, porextensión, para el conjunto de la izquierda catalana. Incluso con connotaciones cargadas de sentimiento al recordar los miles de socialistas que lucharon por las libertades nacionales de Catalunya...