El Hombre Que Murio
Eso me hizo morderme los labios para pensar en los planes que se ha venido acumulando los últimos años en Bulawayo. Yo había llegado mi pila, y no uno de los grandes, pero lo suficientementebueno para mí, y me había dado cuenta de todo tipo de formas de disfrutar de mí mismo. Mi padre me había llevado a cabo desde Escocia a la edad de seis años, y yo nunca había estado en casa desde, de modoque Inglaterra era una especie de mil y una noches para mí, y me contó parar allí por el resto de mis días.
Pero desde el principio me quedé decepcionado con él. En aproximadamente una semana queestaba cansado de ver lugares de interés turístico, y en menos de un mes que había tenido suficiente de restaurantes y teatros y la raza reuniones. Yo no tenía pal real para andar con, lo queprobablemente explica las cosas. Mucha gente me invitó a su casa, pero no parecía muy interesado en mí. Que me iban a tirar una o dos preguntas sobre el sur de África, y luego en sus propios asuntos. Una grancantidad de damas imperialista me pidió que te para cumplir con maestros de Nueva Zelanda y editores de Vancouver, y que fue el dismalest negocio de todos. Ahí estaba yo, treinta y siete años deedad, el sonido del viento y las extremidades, con el dinero suficiente para pasar un buen rato, el bostezo mi cabeza todo el día. Tenía casi resuelto para limpiar y volver a la meseta, porque yo era el...
Regístrate para leer el documento completo.