El laberinto de la ortografía
Todos guardamos un recuerdo ingrato de la ortografía, porque lo relacionamos con una normativa poco comprensible y difícil de aprender. En la escuela nos parecía unterreno minado, cuya única finalidad era evaluar nuestros conocimientos. Lo más conspicuo de la ortografía eran, por eso, las faltas de ortografía. Sentíamos un movimiento de indignación al comprobarque la grafía de las palabras había cambiado a lo largo de la historia, y que nos penalizaban por escribir Cerbantes – y no Cervantes- cuando el mismo don Miguel firmaba con b. Es verdad que laortografía sirve como test acerca de los conocimientos lingüísticos del alumno, precisamente porque solo se aprende con un contacto asiduo con los textos. Ese carácter evaluador es el que produjo inquinacontra la ortografía en algunos movimientos pedagógicos, que la consideraban una manía de pijos culturales, que había que expulsar de las aulas.
Para los apasionados del lenguaje, aquellos paraquienes todo lo que tiene que ver con las palabras resulta sugestivo y misterioso, la historia de la ortografía es un capítulo más de la asombrosa historia del hablar. La escritura apareció cuando loslenguajes estaban ya creados, y tuvo que enfrentarse con la colosal empresa de representar un sonido mediante un signo gráfico. Solo el invento de la notación musical ha supuesto un esfuerzo tansorprendente y productivo.
Se intentaron múltiples soluciones. Una fue representar cada palabra por un grafismo, como hizo con el chino, pero era un sistema poco eficiente. El alfabeto y sus combinacionesfue la gran solución, pero tenía grandes limitaciones, porque la riqueza fonética es demasiado grande para representarla con tan pocos signos. Algunos idiomas, como el inglés, cuidaron la adecuaciónentre fonética y ortografía, y lo hemos padecido todos, incluidos los ingleses. Como dice el chiste, es difícil escribir una lengua en que se escribe Manchester y se pronuncia Liverpul. De ahí la...
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