El Museo de la Inocencia

Páginas: 551 (137684 palabras) Publicado: 4 de abril de 2013
EL MUSEO DE LA INOCENCIA

ORHAN PAMUK

A Rüya


Eran tan inocentes como para creer que la pobreza es un crimen que se puede olvidar ganando dinero.
CeláL Salik. Cuadernos





Si un hombre pudiera cruzar las puertas del Paraíso en un sueño y le presentaran una flor como prenda de que su alma ha estado allí realmente, y se encontrara con que tiene la flor en la mano cuandodespierta... Sí, entonces, ¿qué?
Samuel Taylor Coleridge, Cuadernos





Primero contemplé en el tocador las pequeñas alhajas, las lociones y los útiles de aseo que usaba. Los cogí y los miré. Le di vueltas y revueltas en la mano a su diminuto reloj. Luego miré el ropero. Toda aquella ropa y aquellos accesorios, apilados unos sobre otros. Los objetos que completan a toda mujer meprodujeron una soledad y un dolor terribles y la sensación y el deseo de ser suyo.
Ahmet Hamdi Tanpinar, Cuadernos




EL MOMENTO MÁS FELIZ DE MI VIDA

Fue el momento más feliz de mi vida y no lo sabía. De haberlo sabido, ¿habría podido proteger dicha felicidad? ¿Habría sucedido todo de otra manera? Sí, de haber comprendido que aquél era el momento más feliz de mi vida, nunca lo habríadejado escapar. Ese momento dorado en que una profunda paz espiritual envolvió todo mi ser quizá durara sólo unos segundos, pero me pareció que la felicidad lo convertía en horas, años. El 26 de mayo de 1975, lunes, hubo un instante, hacia las tres menos cuarto, en el que pareció que, de la misma forma que nos liberamos de nuestras culpas, pecados, penas y remordimientos, también nos liberamos de lasleyes de la gravedad y el tiempo en el mundo. Besé el hombro de Füsun, sudoroso por el calor y el sexo, la abracé lentamente, entré en ella y le mordí ligeramente la oreja izquierda, cuando de súbito el pendiente que llevaba pareció quedarse detenido en el aire durante largo rato y luego cayó por su propio peso. Éramos tan felices que fue como si no percibiéramos aquel pendiente, en cuya forma nome había fijado ese día, y seguimos besándonos.
Fuera lucía ese cielo resplandeciente tan característico de Estambul en los días de primavera. En las calles el calor hacía sudar a los estambulíes, que aún no se habían librado de los hábitos del invierno, pero en el interior de las casas, en las tiendas y a la sombra de los tilos y los castaños seguía haciendo fresco. Notábamos una frescurasimilar procedente del colchón que apestaba a rancio sobre el que hacíamos el amor olvidados de todo como niños felices. A través del balcón abierto sopló una brisa primaveral con perfume a mar y a tilos que levantó los visillos, los dejó caer a cámara lenta sobre nuestras espaldas y provocó un escalofrío en nuestros cuerpos desnudos. Desde aquella habitación de atrás del segundo piso, desde la camaen la que estábamos, veíamos en el jardín a unos niños que jugaban vehementemente al fútbol insultándose, y al darnos cuenta de que las palabrotas que se decían correspondían exactamente a lo que estábamos haciendo, nos detuvimos por un instante, nos miramos a los ojos y nos sonreímos. Pero nuestra felicidad era tan profunda e inmensa que enseguida olvidamos el chiste que la vida nos ofrecía en eljardín de atrás del mismo modo que nos habíamos olvidado del pendiente.
Cuando nos vimos al día siguiente, Füsun me dijo que lo había perdido. En realidad, después de que se fuera yo había visto entre las sábanas azules aquel pendiente en cuyo extremo tenía la inicial de su nombre, y en lugar de guardarlo, impulsado por un extraño instinto, me lo metí en el bolsillo de la chaqueta para que no seperdiera.
—Aquí está, cariño —le dije. Metí la mano en el bolsillo derecho de la chaqueta, colgada del respaldo de la silla—. ¡Vaya! Pues no está. —Por un instante me pareció percibir el presagio de un desastre, de algo nefasto, pero al notar el calor de la mañana recordé de inmediato que me había puesto otra chaqueta—. Ha debido de quedarse en el bolsillo de la otra chaqueta.
—Por favor,...
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