El norte del sur

El norte del sur
Una mañana desperté y me encontré con unos ojos verdes fijos en mí; una chica de piel morena y sonrisa de ángel estaba a mi lado. —Perdámonos en el mundo— fue lo que me dijo antesde levantarse de la cama y ponerse mi camisa. No sabía dónde estaba, entraba mucha luz por la ventana y el cuarto estaba inmerso en una bruma evanescente, como si estuviera lleno de polvo de hada.Me levanté tambaleándome y la desconocida me miraba fijamente, ¿qué habrá querido decir con eso de perdernos? Más tarde ese día me encontraba caminando por Barcelona al lado de una chica que sedeslizaba suavemente por el asfalto de la cuidad con la que tantas veces había soñado; recorrimos cada una de sus calles, nos adentramos en los lugares más sombríos y tenebrosos; ella fotografiaba cadacentímetro de la ciudad y yo me deslizaba por sus curvas y me dejaba tentar por el aroma a caramelo que la envolvía.
Terminamos el día en un tren con destino a París; ella —porque aún no sabía sunombre— se recostó en mi hombro y me dejé envolver por su fragancia; el tren pasaba bajo un manto de estrellas. Desperté al amanecer en un París rojo, al lado de la fotógrafa de ojos verdes —Lucía— me dijo—me llamo Lucía— y su nombre era perfecto, porque lo que más irradiaba era luz. Ese día recorrimos París, ella tomaba fotos y me hipnotizaba con sus movimientos. Días después me encontraba en Zúrichcaminando al lado de Lucía, mas tarde en Viena, en Ámsterdam, Berlín.
Todos los días me enamoraba más de Lucía y del mundo, de las fotos que ella tomaba y de las calles que conocía, de los trenes,de sus ojos verdes, de las catedrales, de sus piernas, de las plazas, de su sonrisa. Luego de visitar Praga nos encaminamos a Dublín, pero no desperté junto a ella, ni en el tren, sino en una salablanca, rodeado de personas que hablaban entre susurros y me observaban de forma extraña, intenté levantarme pero una mano me detuvo, sentía agujas clavadas en todo el cuerpo, no sabía qué había...