El Ocaso Del Presidencialismo

El ocaso del presidencialismo. A quince años de la reforma constitucional de 1994
Zaffaroni, Eugenio R.
Risso, Guido I.
Voces [pic]
CONSTITUCION NACIONAL ~ REFORMA CONSTITUCIONAL ~ PARLAMENTARISMO ~ PODER EJECUTIVO ~ PODER EJECUTIVO NACIONAL ~ CONSTITUCION EXTRANJERA ~ DERECHO POLITICO
Título: El ocaso del presidencialismo. A quince años de la reforma constitucional de 1994
Autor:Zaffaroni, Eugenio R. Risso, Guido I.
Publicado en: LA LEY 10/09/2009, 1
SUMARIO: I. Introducción. II. Desarrollo. III. Conclusión.
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I. Introducción
Puede advertirse cierto aspecto del proceso reformador de 1994 a través del cual se generó, mediante el esquema prohibición/excepción, un curioso fortalecimiento del sistema presidencialista llegando a constitucionalizar prácticas propias delejecutivismo político como la delegación legislativa prevista en el art. 76, la facultad de veto y promulgación parcial de las leyes reconocidas en el art. 80, y finalmente la posibilidad de dictar decretos por razones de necesidad y urgencia otorgada por el art. 99.3.
Paradojalmente, la normativa citada vino a introducirse en el preciso momento en que el poder convencional constituyente pretendíaatenuar los rasgos fuertes del sistema de gobierno presidencial a través de la incorporación al texto constitucional de un instrumento novedoso y extraño a nuestra anterior organización institucional, como es la figura del "jefe de gabinete de ministros".
Pues justamente los mentores de la reforma reconociendo las dificultades del sistema presidencialista y la realidad del ejercicio del poder porparte del presidente, debido a la cantidad de atribuciones que la norma fundamental le otorgaba más aquellas tomadas extra constitucionalmente por éste, creyeron que era necesario limitar dicho poder moderando y matizando el sistema de gobierno mediante la incorporación de figuras que nos conducirían hacia un tibio diseño "semi-parlamentario".
II. Desarrollo
1. La Constitución y su dinámica políticaPara los tiempos de la historia un siglo y medio no es demasiado, pero es suficiente para valorar el funcionamiento de un sistema de gobierno y preguntarse si se adecua o no a la realidad política que debe regular. Una Constitución es algo —como su etimología lo indica— un tanto estatuario, es decir, más o menos pétreo o inmóvil, pero esa etimología no debe confundirnos y llevarnos a adorar unaley hasta el punto de no alterarla aunque se muestre deficiente para su objeto. (1)
No olvidemos que el carácter estatuario de una Constitución no pasa de ser una metáfora para significar que su reforma no responde a los mismos procedimientos que las leyes infraconstitucionales, o sea, que su modificación es más dificultosa, requiere mayores presupuestos y condiciones, formas más complejas, todolo cual es saludable para la república.
Pero de eso no puede deducirse que sea intocable y, menos aun, que no se deban debatir los problemas institucionales y las alternativas que el derecho comparado ofrece a las dificultades que haya puesto de manifiesto el funcionamiento de un sistema de gobierno determinado.
Cuando un pueblo deja de debatir y discutir sus propias instituciones o modelospolíticos es porque ha perdido su capacidad creativa. Un país tan cuidadoso y conservador como Gran Bretaña está introduciendo reformas constitucionales importantes, como la separación de su tribunal máximo de la Cámara de los Lores, por ejemplo, o la figura del Lord Canciller.
Toda Constitución es un instrumento jurídico regulador, importantísimo por cierto, pero no por eso intangible. Su función esprogramar un reparto del poder para que opere con eficacia y se evite su monopolización. Es un regulador del marco en que tiene lugar la dinámica política de un estado, sea nacional, provincial o ente federado.
No obstante, es necesario también observar que nuestra Constitución, como toda obra humana, puede tener defectos y, además, cabe tener en cuenta que en el transcurso de los años la...