El principe feliz

Páginas: 8 (1854 palabras) Publicado: 14 de octubre de 2013
EL PRÍNCIPE FELIZ
En una ciudad del Norte, presidiendo una plaza, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz. Vestido con armadura, digno y esbelto, tenía dos zafiros por ojos, un rubí en la empuñadora de su espada, y láminas de oro recubrieron su cuerpo.
A fines de verano, Piopí sobrevoló dicha ciudad. Era una golondrina, blanca con alas negras, que emigraba a Egipto para pasar allí el invierno.Traía mucho retraso por culpa de sus dos hijitos, demasiados perezosos para salir del nido en su momento.
Como ya se acercaba el crepúsculo, Piopí buscó un árbol donde pernoctar esa noche, pero todos se le antojaron inhóspitos, dio dos vueltas alrededor del Príncipe Feliz, y se dijo:
“Ahí, entres sus plantas, podré dormir gusto”
Buscó la postura adecuada para entregarse al sueño. Deimprovisto, sintió que una gota le caía encima, y abrió los ojos. Llover no llovía, porque el cielo estaba raso. Entontes, ¿Qué podía ser aquello?
Una detenida inspección de la estatua resolvió el misterio. ¡Príncipe Feliz estaba llorando!
¿Qué te sucede, buen Príncipe?
¡Ay, mí querida amiga! Estoy triste.
¿Triste tú? Te llaman el Príncipe Feliz…
Lo era en vida, pero ahora que soy estatuapuedo contemplar desde aquí el sufrimiento de toda la ciudad – se lamentó él.
No sé cómo podré consolarte de tanto dolor y maldad – dudó Piopí.
Llevando el rubí que adorna mi espada a una pobre madre cuyo hijito enfermo está sediento.
Devorado por la fiebre, el niño ansiaba calmar su sed con zumo de naranja, pero su madre, hundida en la miseria, no podía complacerle. Conmovida, Piopí cogió con su pico elrubí que Príncipe le tendía y voló hacia la casita señalada.
Sus ventanas no tenían cristales, y la golondrina pudo entrar fácilmente. Ya sin lágrimas en los ojos, aquella madre dormitaba reclinada sobre una mesa, vencida por tanta angustia. A pocos pasos, el niño se agitaba inquieto en su cama, sin poder conciliar el sueño.
Piopí, aconsejaba, buscó el lugar más idóneo para dejar su tesoro, yescogió un dedal que asomaba desde el cesto de costura. La mujer tenía a medio zurcir unos calcetines de lana del pequeño. En cuanto despertase, querría proseguir su labor, y entonces... 
¡Oh!, ¿qué es esto•? ¡Si parece un rubí!-. La golondrina escuchó desde un alero cercano sus voces admiradas y, llena de alegría, emprendió el vuelo de regreso. 

Aquella noche, Piopí durmió plácidamente entre lospies de la estatua. Con las primeras luces del alba, despertó y se fue a bañar a un río cercano. Cuando retornó junto al Príncipe Feliz, quiso despedirse de él: 
Bueno, Príncipe, no puedo demorar más el viaje. Se aproxima el invierno y debo partir.
Te ruego aún otro favor, golondrina -imploró el Príncipe, con voz doliente. 
¿Qué quieres ahora? 
Un poeta se muere de frío y hambre. Nadie reconocesu talento, pero la Humanidad le necesita. Toma este ojo de zafiro y llévaselo - explicó él. 
Pero, ¡vas a quedarte tuerto! - se admiró Piopí. 
No me importa. 
La golondrina inició su nueva misión con el pico humedecido por las lágrimas. Siguiendo las indicaciones del Príncipe, dio enseguida con la casucha del poeta, una verdadera ruina. Bien arrimado a una estufa de hierro, el poeta escribíacon una mano mientras se soplaba los dedos de la otra para calmar sus escozores.
"¡Qué mal lo está pasando!", pensó la golondrina, - que lo miraba posada en una viga del techo. 
Aprovechando un instante en que él se volvió de espaldas, Piopí descendió sobre la mesa y dejó el zafiro entre dos pergaminos recién garabateados, muy a la vista. Acto seguido, volvió a su puesto de observación, y asistióa la reacción del poeta: 
¡Vaya, un zafiro! Alguien me lo envía como justa recompensa a mi trabajo. Es lo que yo digo: ningún verdadero talento puede pasar eterna mete inadvertido. 

Piopí se alejó con una impresión muy distinta a la de la vez anterior. El poeta era orgulloso, y creía que el mundo le debía ese favor. Quizá le hubiera convenido seguir así un invierno más...
A la mañana...
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