El Rio Casimiro

El Rio Casimiro
Casimiro lo llamaban aunque en realidad no era un rio, sino un torrente humano de palabras que parecían fluir de una fuente demoniaca. Casi miro no creía en el diablo y muchomenos en Dios, sobre el que lanzaba diatribas que harían espeluznarse al propio Satanás, “porque había mucha injusticia en el mundo”. Nadie sabía su nombre ni de dónde venía. No importándole quefuera alcohol etílico de la única de mala muerte que existía. Términos que habían aprendido de los gringos mariguaneros que visitaban el pueblo los fines de semana para cogerse las hermosas cholitas. Elrio Casimiro pronto se recuperaba de su ira anti acuática y se iba apaciguando como hacia todo el tiempo, para disimular, cuando se daba cuenta de que sus pataleos y maledicencias eran infructuosos:comenzaba a relatar, por centésima vez pero con renovaba gracia, como se burló de aquel gringo – los odiaba por haberse código el Canal. El Rio Casimiro tenía más árboles que un rio verdadero, porqueasí quedaba la gente a su alrededor cuando empezaba a contar sus increíbles, maravillosas, únicas historias, y permanecían a su lado como esclavos por raíces. Si alguien necesitaba al médico y no lohallaba, El Rio Casimiro se encargaba y lo humedecía hasta los tútanos de información. Nadie –era sus misterios además de eso de dormir con un ojo abierto- lo había visto nunca comiendo ni tomandoagua y la gente simplemente se imaginaba debía hacerlo. Hablaba y se veía como un viaje, pero sus energías eran las de un venido.

El Rio Casimiro no contesto. Sus palabras fluviales se habíanesfumado como en una seguía de varios meses: tal era su mutismo. El policía se le quedo viendo como esperando que le respondiera algo, pero comprendió que nada diría y lo tomo por el brazo, levantándoloa lo que accedió dócilmente. Entre gandoselo al mofletudo sargento Fernández, aquel pusilánima con cara de cerdo que estaba de turno, y regreso a su rondo. Bueno malandrín, habla rápido. El sargento...