El Salvador después de los Acuerdos de Paz
Han pasado 20 años desde aquel momento de euforia colectiva, en el que se ponía fin a más de una década de guerra civil. Eran tiempos esperanzadoresaquellos; en el horizonte se vislumbraba un futuro sin nubarrones y tormentas. No había malos augurios; al contrario, el país se mostraba fértil para los mejores empeños. Muchas cosas estaban pendientesy de lo que se trataba era de poner manos a la obra. ¿En qué dirección, siguiendo cuál ruta? En la trazada por los Acuerdos de Paz. La clave para arribar a buen puerto era, precisamente, esa: cumplircon los Acuerdos de Paz, tomados en su integralidad. Poderosos intereses económicos y políticos –intereses particulares, no de nación— comenzaron a encarrilar al país no sólo en una ruta distinta a latrazada por los Acuerdos de Paz, sino de espaldas y en contra de lo que estos, en su integralidad, exigían: crear un nuevo orden social, económico y político, democrático e incluyente, más justo yequitativo con los sectores mayoritarios de El Salvador.
A 20 años de la firma de los Acuerdos de Paz hay quienes opinan que lo mejor es pasar la página y verlos como un bonito recuerdo del pasado.Algo que sería parte del folclore nacional. A ellos se oponen quienes insisten en que este es el momento de desengavetarlos y cumplirlos de una buena vez. Los primeros pecan de reaccionarios; lossegundos –aunque despiertan las simpatías de quien esto escribe— no dejan de ser propensos a cierta ingenuidad. Y es que no se trata sólo dar vigencia a unos documentos que ciertamente son importantes,sino de caer en la cuenta de lo que ha cambiado El Salvador desde 1992. Los Acuerdos de Paz fueron elaborados para un país distinto a este que tenemos ahora. En aquel momento queríamos salir de la guerray desmilitarizar a la sociedad –esto condicionó fuertemente la estructura de los documentos—, mientras que el modelo agrícola de los años setenta, pese a su crisis, no había sido reemplazado por...
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