El Secreto, cuento

EL SECRETO
(13 al 16 –II–12)
Autora: Elena del Rosario Quintanar Martínez
Panamá

Y el regreso es a casa de su madre: Mariana llega con su hija en brazos envuelta en la miseria que mostraba la raída sabanilla, y con su cuadro de abandonada con dos hijos más. La pequeña solo tiene dos meses de nacida, y no puede reconocerse por la oscuridad de la noche. –La madre la recibe y nopregunta más de lo que es evidente–. Esa noche llega una visita que observa a la recién llegada. El visitante de mirar extraño conversa con la madre que, con gesto reconocido, aprueba (una propuesta secreta), y sin mediar opinión, ni por qué, ni adónde, Mariana ya se encuentra camino a la casa de aquel desconocido, solo con la niña en brazos porque –en el tiempo fugaz que estuvo con sumadre, no hubo momento ni a pedir auxilio para el cuidado de los varones–. El aparecido, hombre de pocas palabras, baja mirada, observador, de recia corpulencia, piel oscura como sus ojos, hace pasar a la mujer con la niña en brazos, y no hubo cuenta de la noche: el cansancio la venció, –ya no tenía fuerzas para contestar interrogantes, más bien, no le interesaba una conversación con undesconocido y misterioso–. Amanece. Se encuentra sola. El hermético señor, ahora desaparecido, no dejó huella, ni recomendación (mejor dicho, orden que cumplir). Mariana, por demás hambrienta, visible en su rostro y ánimo, y en el rasgar de estómago vacío, sigue atónita, y aunque no comprende su circunstancia, ella misma no sabe qué hace ahí, cómo llegó, ni por qué llegó.

A la misma primahora de la noche anterior, aparece el incógnito, pasado de tragos. Mariana lo observa apartada, pero tiene que acercarse a él por la orden: –venga acá–. Ella obedece, sin más palabras. El hombre la mira con sus ojos negros como la noche, y como su piel. Traiga a la niña, –le ordenó–, y ella cumplió el mandato. ¬–Póngamela aquí–. Y descubriendo lentamente la sabanilla, la observa, lareconoce y muy pausado, y con énfasis tétrico fue diciendo: –es muy bonita, la piel canelita, lindo cabello… y ojitos verdes–, (y al mismo tiempo, se le dibuja su simulada sonrisa). Luego de esa lenta observación, devuelve a la niña y repite: los ojitos verdes, trigueña… Conviviendo con ese hombre extraño, Mariana también va descubriendo en él, la lentitud de sus pasos, su mirada aguda eintrigante, su medio sonreír que deja ver los pocos dientes, tanto amarillentos por el humo del tabaco, como “bromados”. Cuide bien a la niña, –dijo con cierto acento–. Mariana cubre a la niña y la abraza, disponiéndose a darle pecho. Entretenida en su lactancia, a la cercana mirada del enigmático hombre, Mariana descubre el rostro inocente de su hija, lo recorre hasta los ojitos y se losacaricia: verdecitos, como los de su padre, –caviló–, y en su ensimismamiento no pudo darse cuenta que a ella, también, la miraba codicioso, el hombre.

El tiempo cumplió su acción de transcurrir y hacer, y Mariana, llevada por la perplejidad, casi no tuvo conciencia de cómo le nació uno y otro hijo. Seguía sin voluntad conviviendo con el hombre, que a pesar de los años, era el mismoextraño, misterioso, enigmático… Junto con los hermanos, la niña fue creciendo hermosa: con su cabello ondulado y su mayor atractivo muy expresivo, pero llegado sus casi trece años, ese brillo de sus ojos verdes se opacó. Como la costumbre de no preguntar, sino aceptar todo según venga, era lo habitual, Mariana se impidió saber el por qué se ensombreció tal brillantez. Y es que la niña empezóa dar muestras de la mirada del padrastro –que a Mariana le desagradaba–. Con algunos meses más, esa niña que no jugaba con otras niñas, y salía solo para ir a la escuela, se aislaba y se volvió muy silenciosa y taciturna. Esa conducta insociable empezó a ser motivo de preocupación y de tristeza para Mariana. En la casa, el lenguaje del silencio se combinó con el de las miradas...