El terreno de doña Irma

El terreno de doña Irma
En Mar del Plata, en el barrio de Punta Mogotes, en la calle Giacovinni, entre tripulante del Fournier y Soler, en una esquina se ubicaba el terreno de doña Irma. No era unterreno demasiado grande, ni especialmente hermoso (de hecho, tenía varias imperfecciones y se había caído parte del revoque que lo bordeaba marcando el perímetro), pero era nuestro terreno. Todas lastardes de enero, luego de almorzar y cuando el calor menguaba, llegaba la hora de ir por los amigos. A pocas casas de distancia sonaba el primer timbre. La señora Parisi nos atendía mientras sujetabapesadamente a su perro con una mano, tarea por cierto difícil, tratándose de un can mestizo que se parecía a una mezcla entre un bóxer y un gran danés de color pardo oscuro que respondía al nombre deChoper y era grande como una mesa de comedor sobre la que podrían comer cómodamente 5 personas. Se trataba de un perro intimidante sin dudas, pero había perdido el respeto como guardián del hogardesde aquella noche en la que unos ladrones consiguieron ingresar a la casa usando un bife de carne cruda como distracción. La señora Parisi llamaba con un grito entonces a sus hijos y luego nosmarchábamos hacia a la siguiente casa. Me sentía identificado con la familia Parisi. Parecían provenir de familias italianas por su modo de hablar, el tono elevado de la voz y las pastas de los domingos. Locierto es que provenían de España, como en no pocas ocasiones se esmeraban en hacer saber, hablando de las maneras en que se debe cocinar una paella al disco o discutiendo respecto de la frescura de lospulpos pescados en las costas chilenas comparados a los pescados en mar español. Cuando habíamos reunido suficientes amigos del barrio le tocábamos el timbre a doña Irma y preguntábamos por susnietos.
El terreno de doña Irma fomentaba la ilusión y la imaginación. Los juegos de pelota eran los más populares. Uno de los tantos, el Mundialito, consistía en representar cada jugador un país y...