En la madrugada

Páginas: 8 (1841 palabras) Publicado: 21 de octubre de 2013
Juan Rulfo
(México, 1918-1986)

En la madrugada
(El llano en llamas, 1953)
        San Gabriel sale de la niebla húmedo de rocío. Las nubes de la noche durmieron sobre el pueblo buscando el calor de la gente. Ahora está por salir el sol y la niebla se levanta despacio, enrollando su sábana, dejando hebras blancas encima de los tejados. Un vapor gris, apenas visible, sube de los árboles y dela tierra mojada atraído por las nubes; pero se desvanece en seguida. Y detrás de él aparece el humo negro de las cocinas, oloroso a encino quemado, cubriendo el cielo de cenizas.
         Allá lejos los cerros están todavía en sombras.
         Una golondrina cruzó las calles y luego sonó el primer toque del alba.
         Las luces se apagaron. Entonces una mancha como de tierra envolvió alpueblo, que siguió roncando un poco más, adormecido en el calor del amanecer.


         Por el camino de Jiquilpan, bordeado de camichines, el viejo Esteban viene montado en el lomo de una vaca, arreando el ganado de la ordeña. Se ha subido allí para que no le brinquen a la cara los chapulines.
         Se espanta los zancudos con su sombrero y de vez en cuando intenta chiflar, con su bocasin dientes, a las vacas, para que no se queden rezagadas. Ellas caminan rumiando, salpicándose con el rocío de la hierba. La mañana está aclarando. Oye las campanadas del alba en San Gabriel y se baja de la vaca, arrodillándose en el suelo y haciendo la señal de la cruz con los brazos extendidos.
         Una lechuza grazna en el hueco de los árboles y entonces él brinca de nuevo al lomo de lavaca, se quita la camisa para que con el aire se le vaya el susto, y sigue su camino.
         “Una, dos, diez”, cuenta las vacas al estar pasando el guardaganado que hay a la entrada del pueblo. A una de ellas la detiene por las orejas y le dice estirándole la trompa: “Ora te van a desahijar, motilona. Llora si quieres; pero es el último día que veras a tu becerro.” La vaca lo mira con sus ojostranquilos, se lo sacude con la cola y camina hacia adelante.
         Están dando la última campanada del alba.
         No se sabe si las golondrinas vienen de Jiquilpan o salen de San Gabriel; sólo se sabe que van y vienen zigzagueando, mojándose el pecho en el lodo de los charcos sin perder el vuelo; algunas llevan algo en el pico, recogen el lodo con las plumas timoneras y se alejan,saliéndose del camino, perdiéndose en el sombrío horizonte.
         Las nubes están ya sobre las montañas, tan distantes que sólo parecen parches grises prendidos a las faldas de aquellos cerros azules.
         El viejo Esteban mira las serpentinas de colores que corren por el cielo: rojas, anaranjadas, amarillas. Las estrellas se van haciendo blancas. Las últimas chispas se apagan y brota el sol,entero, poniendo gotas de vidrio en la punta de la hierba.


         “Yo tenía el ombligo frío de traerlo al aire. Ya no me acuerdo por qué. Llegué al zaguán del corral y no me abrieron. Se quebró la piedra con la que estuve tocando la puerta y nadie salió. Entonces creí que mi patrón don Justo se había quedado dormido. No les dije nada a las vacas, ni les expliqué nada; me fui sin que me vieran,para que no fueran a seguirme. Busqué donde estuviera bajita la barda y por allí me trepé y caí al otro lado, entre los becerros. Y ya estaba yo quitando la tranca del zaguán cuando vi al patrón don Justo que salía de donde estaba el tapanco, con la niña Margarita dormida en sus brazos y que atravesaba el corral sin verme. Yo me escondí hasta hacerme perdedizo arrejolándome contra la pared, y deseguro no me vio. Al menos eso creí.”
         El viejo Esteban dejó entrar las vacas una por una, mientras las ordeñaba. Dejó al último a la desahijada, que se estuvo brame y brame, hasta que por pura lástima la dejó entrar. “Por última vez —le dijo—; míralo y lengüetéalo; míralo como si fuera a morir. Estás ya por parir y todavía te encariñas con este grandulón.” Y a él: Saboréalas nomás, que...
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