Ensayo

¡La Tierra es redonda como una naranja!
Lo descubrí un martes de diciembre. Imposible olvidar las caras de mis hijos en el momento en que se los dije. Aunque si lo pienso un poco mejor, el impactodebe haber sido más terrible para ellos que para mi. Ursula comenzó a entender que estaba volviéndome loco, pero comparaba mis nuevas manías e ideales, con la de los gitanos.
Claro, es que ellanuncapudo sacar de su cabeza el mal recuerdo que le dejó la primera visita de Melquíades a nuestra casa. En cambio yo, ese mismo día fue cuando tuve la certidumbre de que aquél era el principio de unagrande amistad.

En un principio, yo era una especie de patriarca juvenil. Me encargaba de dar instrucciones para la siembra y consejos para la crianza de niños y animales. Colaboraba con todos,aun en eltrabajo físico. Me interesaba ver crecer a la comunidad de Macondo. Mi casa, fue desde el primer momento la mejor de la aldea. Tanto que el resto fueron arregladas a su imagen y semejanza…Un día se me ocurrió que todas las casas debían estar dispuestas de manera tal que desde todas se pudiera llegar al río y abastecerse de agua con igual esfuerzo. No se me escapaba ningún detalle...Incluso, a lahora del calor, para mí, era primordial que todas las casas de la aldea reciban la misma cantidad de sol. Para eso me decidí a trazar las calles de Macondo, teniendo en cuenta laposición de cada una de ellas y su posible exposición al sol. En fin, una más de mis locuras. Sí, porque si me miro desde ahora, no eran más que eso, locuras. Pero así y todo Macondo fue tomando forma. Y yo…de jovenemprendedor, fui convirtiéndome en un hombre de aspecto holgazán. Ya no me detenía en algunos detalles que pasaron a ser intrascendentes. Mi vestir era descuidado. Incluso mi barba lucía demanera salvaje, y la pobre de Ursula a duras penas podía cuadrarla con un cuchillo de cocina.
Hasta los conocimientos de mi amigo Melquíades comenzaron a parecerme que habían llegado a extremos..¡La Tierra esredonda como una naranja!
Lo descubrí un martes de diciembre. Imposible olvidar las caras de mis hijos en el momento en que se los dije. Aunque si lo pienso un poco mejor, el impactodebe haber sido más terrible para ellos que para mi. Ursula comenzó a entender que estaba volviéndome loco, pero comparaba mis nuevas manías e ideales, con la de los gitanos.
Claro, es que ellanunca pudo sacar de su cabezael mal recuerdo que le dejó la primera visita de Melquíades a nuestra casa. En cambio yo, ese mismo día fue cuando tuve la certidumbre de que aquél era el principio de unagrande amistad.

En un principio, yo era una especie de patriarca juvenil. Me encargaba de dar instrucciones para la siembra y consejos para la crianza de niños y animales. Colaboraba con todos,aun en el trabajo físico. Meinteresaba ver crecer a la comunidad de Macondo. Mi casa, fue desde el primer momento la mejor de la aldea. Tanto que el resto fueron arregladas a su imagen y semejanza…Un día se me ocurrió que todas las casas debían estar dispuestas de manera tal que desde todas se pudiera llegar al río y abastecerse de agua con igual esfuerzo. No se me escapaba ningún detalle...Incluso, a la hora del calor, paramí, era primordial que todas las casas de la aldea reciban la misma cantidad de sol. Para eso me decidí a trazar las calles de Macondo, teniendo en cuenta laposición de cada una de ellas y su posible exposición al sol. En fin, una más de mis locuras. Sí, porque si me miro desde ahora, no eran más que eso, locuras. Pero así y todo Macondo fue tomando forma. Y yo…de joven emprendedor, fuiconvirtiéndome en un hombre de aspecto holgazán. Ya no me detenía en algunos detalles que pasaron a ser intrascendentes. Mi vestir era descuidado. Incluso mi barba lucía demanera salvaje, y la pobre de Ursula a duras penas podía cuadrarla con un cuchillo de cocina.
Hasta los conocimientos de mi amigo Melquíades comenzaron a parecerme que habían llegado a extremos..¡La Tierra es redonda como una naranja!...