Ensayo

EL HOMBRE DE LAS RATAS
Por Isabel Correa Restrepo

No se daba cuenta sino de sus asuntos. Caminaba por la Calle Graben sin placer alguno, evidentemente no era su lugar favorito. Pasaba por allícon motivos que solo él conocía, con los tormentos que tenemos todos, con aquellos que se reflejaban en su pálido rostro. Vestía de negro, como si fuera a un funeral, exactamente las mismas prendastodos los días, tal vez un armario en su casa coleccionaba camisas de la misma referencia sin estrenar, organizadas milimétricamente, quizás otra enseñanza paterna.
Sus pasos eran rígidos como surostro, frío y muerto, caminaba al mismo compás todos los días, con la cabeza de frente y con sus manos casi estáticas. Desde mi ventana creía de manera loca que era un tipo al que no le interesaba elmovimiento. Llevaba unos lentes impecables, que utilizaba como sus ojos, clínicamente necesitaba de ellos o tal vez solo se aferraba al cristal como una solución que le ofrecía enfocar más que su ocular.Su bolsillo cargaría algunos pesos, que cuidaría bien por si necesita una nueva camisa, por si pierde los lentes, por si decide pagarle a su ayudante mental, por si necesita huir para no regresar ala guerra.
Una niñez tortuosa se asoma en sus gestos, cuando es evidente el impulso básico de odiar sofocadamente al mar de gente que camina por ahí dejándose tentar por las confiterías, restaurantesy cafés elegantes. Él, como muchos, desconoce sus pensamientos, los dice sin oírlos.
No se que le diría si nos encontráramos de frente o si por casualidad sus gafas miraran el segundo piso de estacalle y me descubrieran mirándolo. Pocos, como él, odian al mundo conscientemente. Sus pasos lo delatan; tiene algo importante que hacer, encontrarse con una mujer, visitar a un viejo sargento,tomarse un café cargado, buscar las últimas noticias que quedan de la guerra, recordar la fatídica presencia de su padre, alguna mala mujer de la infancia, alguna erección fallida, un tic-tac del pasado...