Ensayo

Hacia PIPOL 7
Sevilla

7 de mayo 2015

Víctimas y adolescentes
Entre la cobardía y el coraje

Hablar de adolescencia hoy nos remite a una noción construida a partir de un discurso que
cambia según las épocas y las culturas siendo, como sucede también con el concepto de
víctima, relativamente reciente su consideración como objeto de estudio por parte del Otro
social, jurídico o pedagógico, cadavez con una vocación clasificatoria más acentuada.
Es en esta lógica que nos encontramos con la tendencia a la pluralización masiva de estos dos
significantes, víctimas / adolescentes, bajo el imperativo de colectivizar implícito en las
instituciones, también en las educativas, a las que voy a referirme usando el caso
paradigmático del acoso escolar. Adolescentes víctimas de acoso, se convierten enobjeto
privilegiado de protocolos de prevención, control o reeducación, sepultando lo singular bajo
la universalización de los conceptos y los tratamientos.
Como señala Jean-Daniel Matet, los discursos sociales y políticos obligan a nuestra práctica
en las instituciones a hacer frente tanto al desconocimiento como a la hegemonía de esta
categoría de víctima, así como a las soluciones singularesque la orientación lacaniana nos
permite sostener.
La psicologización actual del mundo, invadido por el furor sanandi de las terapias congnitivoconductuales, ejerce una presión de reducción por "comprensión" de los problemas, de forma
que los niños y adolescentes han quedado cosificados: el que no aprende, el que es agresivo, el
que abusa de los video-juegos, aquel cuyos padres se han divorciado...La puesta en práctica del psicoanálisis implica dar un salto al vacío para alcanzar en la
persona que pide ayuda al sujeto del inconsciente. Es un salto que requiere coraje. Coraje,
según Lacan, que es correlativo a asumir una ética de las consecuencias.
David tiene 15 años. Viene a verme aconsejado por su tutora ante el desconcierto que
provoca su progresivo empeoramiento académico, su pasividadante todo lo escolar y
el retraimiento que manifiesta en clase. Hasta este momento pudo superar con relativa
solvencia los cursos y es considerado por los profesores como un alumno tímido e
inteligente que hace menos de lo que puede.
David responde pronto a la invitación que le hago a tomar la palabra y relata la
angustia que le invade: no puede concentrarse, incapaz de atender a sus tareas

PIPOL7 ¡VÍCTIMA!

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escolares, pasa los días en su habitación sin salir, escuchando música y tratando de no
pensar.
No tarda en desplegar lo que ocupa su ruidoso silencio: víctima desde hace varios
años del acoso de un compañero, se decidió a denunciar ante el jefe de estudios, hace
casi un año, las continuas humillaciones e intentos de ridiculización de las que era
objeto cotidianamente. Estadenuncia es atendida sin demora, poniendo en marcha el
protocolo que se considera imprescindible en estos casos: se comprueba la veracidad
de los hechos, se comunica con las familias (tanto del agresor como del acosado) y se
procede a la sanción, en este caso una expulsión de varios días del alumno agresor. Su
padre, un hombre retraído y de pocas palabras según el propio David, no quiso darle
mástranscendencia al tema y, en las reuniones que tienen lugar en el instituto para
tratar el asunto, resta importancia a lo sucedido. Mejor darlo por concluido. Nada
más que decir.
Un profundo sentimiento de vergüenza se instala en David a partir de entonces. Se
avergüenza ante sus padres y ante sus compañeros. Víctima y cobarde, redobla su
aislamiento. A las pocas semanas, el compañero vuelve a lacarga. Esa es la situación
en la que se encuentra cuando viene a verme pero ahora, el dispositivo y el tiempo
que le brindo en las sesiones pueden abrir el espacio para tomar la palabra y permiten
que algo de la posición de víctima se pueda dialectizar y subjetivar.
Así durante varias sesiones se lamenta, impotente, de su situación, al tiempo que
comienza a surgir la pregunta sobre su pasividad. No...