Epidemias de colera
Todo ese rollomelodramático es valedero –si no la novela original no sería una de las más populares del autor barranquillano–, pero también debe ser situado en un contextocreíble que, admitámoslo, el nihilismo contemporáneo ya no soporta. No es que el amor haya dejado de estar de mode –para muchos es la fuerza motriz delplaneta y no seremos nosotros quienes refutemos la idealista teoría–, sino que ya casi todos en el globo nos hemos convencido que de él ó por él nadie se ha muertoni morirá. Entonces, proponérsenos que alguien –además, una suerte de Julio Iglesias decimonónico, dato nada desdeñable– va a pasarse cincuenta y pico añosaguardando a la persona que presuntamente ama, quien entretanto ha hecho asimismo su propia cotidianidad, matrimonio é hijos incluidos, resulta incluso utópico.
Regístrate para leer el documento completo.