EXILIADOS AL INFIERNO

Páginas: 6 (1497 palabras) Publicado: 31 de marzo de 2015
EXILIADOS AL INFIERNO
— Los rusos -decía Dowling con su voz clara y precisa-, por los tiempos en que los viajes espaciales todavía no se habían generalizado, solían enviar los presos a Siberia. Los franceses utilizaban la Isla del Diablo para este fin. Los británicos los embarcaban para Australia.
Luego estudió atentamente el tablero y su mano se detuvo, indecisa, sobre el alfil.
Parkinson,sentado enfrente, al otro lado del tablero, contemplaba distraídamente la distribución de las piezas. Naturalmente, el ajedrez era el juego profesional de los programadores de computadoras; pero, dadas las circunstancias, la partida no le inspiraba ningún interés. Comprendía, con cierta desazón, que Dowling habría tenido derecho a mostrarse muchísimo más severo. Dowling programaba el alegato delfiscal.
Por supuesto, en los programadores se manifestaba una cierta tendencia a asumir algunas de las supuestas características de las computadoras: la falta de emoción, la impermeabilidad a todo lo que no fuera lógica estricta. Dowling reflejaba esta tendencia en la raya perfecta que le partía el cabello y en la discreta elegancia de su traje.
Parkinson, quien prefería programar el alegato de ladefensa en los procesos en que se veía mezclado, prefería, además, dejarse llevar por un despreocupado desaliño en los aspectos menores de su atuendo.
— Tú quieres decir -comentó-, que el exilio es una pena bien ideada y, por lo tanto, no particularmente cruel.
— No digo eso; si es particularmente cruel; pero al mismo tiempo está bien ideada, y ha llegado a ser el instrumento de disuasión perfecto.Dowling movió el alfil, sin levantar la vista. Parkinson, aunque muy involuntariamente, sí la levantó.
Naturalmente, no veía nada. Estaban dentro del refugio, en el confortable mundo moderno cortado a la medida de las necesidades humanas y cuidadosamente protegido contra el salvaje medio ambiente que los rodeaba. Allá fuera, la noche estaría deslumbrante, iluminada por su astro.
¿Cuándo lo habíavisto por última vez? No hacía mucho tiempo. Se le ocurrió pensar en qué fase etaría ahora mismo. ¿Llena? ¿Resplandeciente? ¿O se encontraba en cuarto creciente? ¿Era como una brillante uña de luz suave en el firmamento?
Por derecho propio, había de ser un hermoso espectáculo. En otro tiempo lo fue. Pero lo fue siglos atrás, antes de que los viajes espaciales se hubieran generalizado y abaratado, yantes de que el entorno en que se movían se hubiera vuelto sofisticado y controlado. Ahora aquella hermosa luz en el cielo se habia convertido en una nueva y más horrible Isla del Diablo colgada en el espacio.
Ya nadie pronunciaba su nombre siquiera, tal era la aversión que les inspiraba. La llamaban «Eso». O todavía peor: se limitaban a levantar la cabeza en breve movimiento, indicando lasalturas.
— Podrías haberme dejado programar el alegato contra la pena de exilio, en general.
— ¿Por qué? No habría influido en el resultado.
— En éste no, Dowling. Pero habría podido influir en casos futuros. Quizá las sentencias del futuro se conmutasen por la de pena de muerte.
— ¿Para personas culpables de dañar las instalaciones? ¡Estás soñando!
— Fue un acto de cólera ciega. Había el propósito deperjudicar a un ser humano, es cierto; pero no había el de dañar las instalaciones.
— Nada; eso no sigunifica nada. En tales casos, la falta de propósito no sirve de excusa. Y tú lo sabes.
— Debería servir. Esa es mi posición, la que desearía defender.
Parkinson adelantó un peón para proteger el caballo.
Dowling reflexionó.
— Tratas de seguir atacando a la reina, Parkinson; pero no te lopermitiré... Bueno, veamos. -Y mientras meditaba, dijo-: Ya no estamos en los tiempos primitivos, Parkinson. Vivimos en un mundo abarrotado, sin margen para el error. Hasta una cosa tan insignificante como el fundir un consistor podría poner en peligro a una parte considerable de nuestra población. Si la cólera pone en peligro o daña una línea de conducción de energía, es una cosa muy grave.
— No lo pongo...
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