Felicidad y cultura

Felicidad y cultura

El conocimiento es un camino sin retorno. La felicidad absoluta radica en ser absolutamente estúpido. De ahí que la sapiencia popular nos indique que ojos que no ven corazónque no siente. O lo que es lo mismo, cerebro que no se interroga, espíritu que transita en paz consigo mismo. Uno es feliz hasta que sabe que su pareja le engaña; que sus amigos lo saben pero no se lohan dicho; que el que creía su padre es en verdad un señor que se caso con su madre por pena cuando ésta se quedó embarazada de un marine norteamericano que estuvo en Zaragoza para una maniobras; quesu jefe le roba en la nómina; que los partidos políticos no cumplen sus programas; que las religiones son franquicias multinacionales ocupadas únicamente en su propia prosperidad; que nuestro nivel devida lo deciden unos señores en la sede del Banco Central Europeo; que la evolución no responde a la mejora de los organismos, sino a una simple matemática de voracidad donde sobreviven y sereproducen los más fuertes, no los mejores; que existe un complot social mundial pilotado por unas pocas oligarquías familiares que son los que deciden dónde estallan las guerras, qué países deben estarcondenados a la miseria perenne y qué debe creer el mundo sobre su origen y su destino, qué conocimientos deben ser propagados y cuáles son socialmente peligrosos. Cuando se alcanza el conocimiento deestas y otras cuestiones, la felicidad completa ya no es posible. De hecho, los libros deberían estar rigurosamente prohibidos porque sólo sirven para crear gente infeliz.
El conocimiento es un círculovicioso que se propaga, dentro de la mente (o en el seno espiritual) con una naturaleza geométrica: una respuesta da lugar a dos preguntas, dos respuestas generan cuatro preguntas, cuatro respuestasdieciséis preguntas y así sucesivamente hasta el infinito (término que no me gusta nada, pero que, en este caso, se cumple sin duda alguna). Es como la tercera ley de la termodinámica: cuanto más...