Frases

Un revólver en la boca y en el alma
“¡Mátenme!, ¡Mátenme! Qué carajos, de todos modos, ya no tendré que vivir por debajo de ustedes, es más, estaría por encima de ustedes, bastardos. ¿De qué me sirve a mí, un caminante del sendero erróneo , seguir viviendo en ésta ciudad, que a más de uno nos tiene atados a las cadenas de la industria, y al sonido peculiar y ya conocido de las balas de algúnhombre que no ve sus manos limpias y sin sangre desde hace mucho?”

Llegaba ya, la mitad del año 1984, y la industrialización parecía no cesar. La ciudad estaba dejando a un lado lo que hacía de ella, la más bella y delicada de todas. Estaba dejando que los “sabios e inteligentes” gobernantes manden a quitar cada hoja a los pinos en los andes, que acabaran con todas esos valles, algunos verdes,algunos teñidos de amarillo, con la vil excusa de que lo estaban haciendo para mejorar la ciudad, para no quedarse en el barranco ni estancarse en el pasado. Bueno, eso según ellos, que eran los grandes “líderes del pueblo”, quienes decían que sus ideologías estaban basadas en nosotros y por nosotros. ¡Pero qué! De sus bocas no salía otra cosa más que mentiras y embustes.
Los días quetranscurrían, reflejaban a los ojos de todos, que en definitiva, era el caos total, eso ya no era una ciudad, ya no era nada, o bueno, era un centro avanzado y en busca del desarrollo, como la hacían llamar los políticos.

Empezaba a sentir que tenía que existir alguien que cambiara algo de todo eso que estaba pasando, por lo menos que fuera capaz de dar el primer paso, pero no encontraba quién. Sabía queera imposible enfrentarme a todo ese batallón de corrupción, sin armas de fuego, pero con armas en la boca y en la mente, que parecía que causaran aún más daño. También estaba consciente de que Bartolomeo, mi compañero de indignaciones y reproches, era demasiado cobarde como para hacer una cosa de este tipo. Sin embargo, sabía que si estaba totalmente seguro de que lo que quería era acabar con ladecepcionante situación que me rodeaba, tenía que encontrar la forma de llegar a ellos, a todos esos que decían ser nuestros líderes.
Pues no, no pensaba quedarme sentado en aquella acera del parque de la 42, ni tampoco quedarme viendo cómo gente inocente caía al suelo, de donde jamás volvería a levantarse, después de recibir el impacto certero del rifle de un hombre que sentía las manos y el almapesada, pues ya no podía cargar ni con el remordimiento de haber matado a tanta gente sin razón, ni con el rifle que llevaba cargado desde hace mucho tiempo ya.
No tuve otra alternativa, que empezar a organizar una revolución solitaria. Quizás, más adelante alguien más se aliaría conmigo, pero para ese entonces, ya tendría prácticamente todo preparado. Así que sin pensarlo de nuevo, nidetenerme a analizar obstáculo alguno, empecé a teñir de blanco, los muros que estaban vestidos de negro, a pintar de amarillo las líneas del centro de las autopistas, que ya estaban manchadas de rojo, ese rojo de las heridas del pueblo.
Pero el gobierno ya ni eso me permitía, me dijeron que eso no era de mi incumbencia, y que era mejor que empezara a cambiar todas aquellas ideas que estuviera teniendo,o me iba a estrellar, y no precisamente con un auto, ni con un poste mal ubicado, sino con unas varillas de acero en frente mío, y unas paredes más sucias que la mirada del Alcalde.
Sin embargo, y tal como lo había pensado, más gente empezó a unirse a mi trabajo. El primer día llegaron 3, de ellos sólo quedó 1, pues los otros dos prefirieron quedarse viendo el especial de Jaime Garzón quetransmitían por RCN. No le di importancia y le conté a él todo lo que yo buscaba. Entre el segundo día y el séptimo, llegué a tener a más de 17 personas trabajando conmigo, hombres y mujeres. Todos me demostraban que estaban dispuestos a luchar por el objetivo que tanto buscábamos, acabar con ese régimen oligárquico bajo el cual estábamos siendo dominados.
Carteles, banderas, dibujos, murales, y...