Fronteras latinoamericanas y las ciudades globalizadas
en el nuevo desorden mundial.
El mundo acelera su constante y desbordada transformación impidiendo una teorización certera sobre losestragos sociales y culturales que constituyen nuestra época. Apreciamos el desplazamiento de los objetos, de las ideas, de las personas, de poblaciones enteras, y con ellas, de sus tradiciones; pero nopodemos más que nombrarlo: globalización, o multiculturalidad, o postmodernidad. La manera geográfica de conceptualizar la cultura ya no es basta. Hay una nueva zona geográfica: el globo terráqueo.
Lasgrandes ciudades y su consumismo digestivo absorben a las personas de la protección de los pueblos, y las mantienen transitando de manera solitaria por los ríos de asfalto, pendientes del valor capitaldel tiempo; donde sin advertirlo, inician el simulacro de felicidad del sistema estadounidense de vida.
Las personas son movidas territorialmente por la economía mundial, y administradas en funciónde la operatividad de un modelo económico que sostiene a la gran estructura, al juego global donde que el que tiene más posesiones, gana.
La agresividad del sistema aterra al humano y lo obliga areconfigurar su identidad o a marginarse. El terror que conlleva vivir, lo orilla a refugiarse en un vecindario seguro, donde puede establecer relaciones seguras: la comunidad virtual.
La homogeneidadurbana va consumiendo todo a su paso, la red global que nos envuelve, nos encierra en un futuro incierto, abrasador de anhelos y posibilidades, y nos designa una especialidad productiva.
La tierradonde se cultiva el ser, está empañada de petróleo, y esto la vuelve infértil, pero productiva, y productiva tiene un valor capital mayor que fértil para el mundo en el que vivimos.
El ser es lo quetiene, y por tener se enfrenta, con ayuda de cafeína y entretenimiento fatuo, a la desolación que se respira en la cultura global del capitalismo desquiciado, porque su única intención es no...
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