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Nueva Selección de Documentos sobre
la Revolución Francesa

Las revoluciones de 1789
Emmanuel - Joseph Sieyès: ¿Qué es el tercer estado? (fragmentos)
Pasó ya la época en que los tres estados solo pensaban en defenderse de un
ministerio despótico y se unían contra el enemigo común. Ahora no es posible que la
nación resuelva de forma conveniente los problemas actuales y avance hacia el ordensocial sin que el tercer estado recoja también los frutos, pero la soberbia de los dos
órdenes primero se indigna cuando ve que en las grandes municipalidades del reino
reclaman alguna parte de los derechos políticos que pertenecen al pueblo. ¿Qué
esperaban esos privilegiados tan celosos para defender lo superfluo, tan dispuestos a
impedir que el tercer estado logre lo estrictamentenecesario? ¿Pensaban que esa
regeneración tan cacareada iba a ser sólo para ellos? ¿Pretendían servirse del pueblo,
tan desgraciado, solo como un instrumento sin voluntad para ampliar y consagrar la
aristocracia? ¿Qué dirán las generaciones venideras viendo el furor con que los dos
primeros órdenes del Estado han perseguido las peticiones de las municipalidades?
¿Podrán creer las alianzas públicas ysecretas, los rumores alarmistas infundados, las
malvadas trampas tendidas en torno a los defensores del pueblo? Nada de esto se
olvidará en las historias fieles que los escritores patriotas leguen al futuro. Así se sabrá
de qué noble conducta hicieron gala los nobles de Francia en unas circunstancias que
eran tan adecuadas para inspirar sentimientos patrióticos incluso a los hombres másencerrados en su egoísmo. ¿Cómo pudieron decidirse a tomar partido, en una disputa
entre los órdenes del Estado, los príncipes de la casa reinante? ¿Cómo permitieron que
despreciables escritorzuelos llenasen de calumnias bajas y ridículas la increíble memoria
publicada en su nombre?
Se lamentan de la violencia algunos escritores del tercer estado, pero ¿qué son las
opiniones de un solo individuo?Nada. Las verdaderas intenciones del tercer estado, las
auténticas se contienen en las peticiones de las municipalidades y de algunos distritos
del estado. Se pueden comparar con las

intenciones, también auténticas, de los

príncipes con respecto al pueblo, que no les había atacado en absoluto. ¡Que humildad y
moderación en las primeras!, ¡que violencia, que profunda maldad en lassegundas!
El tercer estado esperaba en vano la restitución de sus derechos políticos y la

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totalidad de sus derechos civiles por el acuerdo entre todas las clases; los dos primeros
órdenes sienten ante la reforma de los abusos un miedo más fuerte que sus deseos de
libertad. Entre ésta y unos cuantos privilegios optan por los últimos. Su alma está
indisolublemente ligada a las ventajas de laservidumbre. Hoy temen a esos mismos
Estados Generales que pedían antes insistentemente. Para ellos todo está bien, y sólo se
quejan del espíritu innovador, ya nada les hace falta y el miedo les ha dado una
constitución.
Ante la evolución de los acontecimientos y de los espíritus, el tercer estado tiene
que darse cuenta que no puede esperar nada salvo de sus luces y de su coraje. La razón
yla justicia están de su parte, y tiene que asegurar toda su fuerza. No, ya no es el
momento de trabajar por el acuerdo de los partidos. ¿Qué pacto puede establecerse entre
la energía del oprimido y la rabia del opresor?
Ellos se han atrevido a emplear la palabra “escisión”. Han amenazado al rey y al
pueblo. ¡Dios, qué beneficioso para la nación si se produjera de una vez por todas una
decisióntan deseable! ¡Qué fácil sería prescindir de los privilegiados! ¡Qué arduo
convertirlos en ciudadanos!
Esta es una de esas cuestiones que nunca deberían inquietar a los temerosos de
la justicia, pero seguramente es aleccionadora para el público, y las luces conducen, de
grado o por fuerza, a la justicia. Para el tercer estado, ya no es cosa de estar mejor o
seguir como antes; la coyuntura...