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La era del fontanero cyberpunk
Crítica Super Mario Bros, de Annabel Jankel (1993)
Por Felipe Hincapié
Hoy en día es bastante común ver en la pantalla grande una nueva adaptación cinematográficade un videojuego o una serie animada. Títulos como Metal Gear, Warcraft y Assasins Creed están en preproducción y prontamente se unirán a grandes películas adaptadas de videojuegos como Comando (laprimera y la más exitosa), Resident Evil (contar hasta la segunda) y Tomb Raider.
Me costó encontrar esos títulos, ya que, la verdad, la mayoría de las adaptaciones cinematográficas de los videojuegosdejan mucho que desear, al punto que los propios gamers nos rehúsamos muchas veces a verlas para no perder el encanto de sus personajes favoritos.
Las primeras víctimas de éste desastroso experimentofueron los fontaneros Mario y Luigi en el film Super Mario Bros de 1993, la cual recomiendo ver junto a Dragon Ball Evolution con el fin de realizar una oda al masoquismo y al mal gusto.
En éstapelícula se cuenta la historia de cómo Luigi, quien ha dejado su bigote y su pinta italiana por una pinta de mecánico de barrio popular colombiano, conoce y se enamora perdidamente de Deisy en un abriry cerrar de ojos, lo que lo lleva a traspasar junto a su hermano Mario a otra dimensión cyberpunk plagada de hombres-reptiles con el único fin de salvarla del maléfico Rey Koopa.
Casi todos lospersonajes de la saga de videojuegos hacen su penosa aparición en la película: desde el carismático Toad, reemplazado por un músico “okoopa” que es “des-evolucionado” por una máquina que fabrica Goombas,los cuales paradójicamente han cambiado para ser unos enormes idiotas con una cabeza pequeña y con un bailecito tragicómico (quizás la mejor parte de la película). La princesa Peach no existe,reemplazada por Pauline (esposa de Mario que hace referencia al videojuego Donkey Kong) y por Deisy, quizás el mejor personaje por su carisma y su belleza.
El Rey Bowser es ahora bueno, y es representado...