Gil gomez el insurgente

Páginas: 329 (82231 palabras) Publicado: 30 de enero de 2012
Juan Díaz Covarrubias

Gil Gómez, el insurgente Novela histórica

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Juan Díaz Covarrubias

Gil Gómez, el insurgente Novela histórica
Primera parte Capítulo I A astuto, astuto y medio En las inmensas llanuras que se encuentran hacia el Sur en el Estado de Veracruz, entre las pequeñas aldeas de Jamapa yTlalixcoyan, orillas de un brazo del río Alvarado y no tan cerca de la barra de este nombre para que pudiera considerarse como un puerto de mar, se alzaba graciosa a la falda de una colina, y como oculta a la mirada curiosa de los escasos viajeros que por allí suelen transitar, la pequeña aldea de San Roque, cuyo modesto campanario se podía percibir entre el follaje de los árboles, dominando el pintorescocaserío. Esta aldea, medio oculta en una de las -4- quebradas del poco transitado y mal camino que conduce de la barra de Alvarado a la villa de Córdoba, aislada completamente de las relaciones comerciales y políticas, contendría escasamente en la época en que comienza esta narración de seiscientos a ochocientos habitantes, la mayor parte indígenas, labradores en los sembrados de maíz, de tabaco yde caña, que se cultivan en algunas rancherías de las inmediaciones, familias de viejos señores de las ciudades más cercanas, como Veracruz, Jalapa, Orizaba, Cosamaloapán, antiguos guardias de las milicias del virrey, retirados ya del servicio, restos de la aristocracia de segundo orden, cuya decadencia comenzaba ya en aquella época, o hasta media docena de acomodados labradores, que poseíanfértiles terrenos, en que cultivaban las semillas que tanto abundan en esos climas privilegiados. Los habitantes de la primera clase pasaban la mayor parte del día en los campos de las pequeñas haciendas, y sólo en las primeras horas de la noche se veían alumbrarse sus cabañas diseminadas sin orden y al acaso en un radio de cuatrocientas varas. Los segundos habitaban modestas y graciosas casas de unsolo piso, generalmente diseminadas también sin orden y según el capricho de su dueño, ya en el -5- fondo de una quebrada, ya a la falda de una pequeña colina, ya al fin de una cañada, o en medio de una floresta. Una tarde de los primeros días del mes de septiembre de 1810, a la hora en que el sol comenzaba a reclinarse fatigado detrás de las lejanas montañas, cuando empezaba a reinar en el espacioesa tinta crepuscular, luz de penumbra que resulta de la lucha entre el sol que

se muere y las sombras que nacen; a la hora en que el monótono y lejano ruido de la campana de San Roque se confundía con los cantos de los labradores que volvían alegres del trabajo y el mugido de los bueyes que desuncían del arado, se unieron a los vagos pero infinitos murmullos que reinan en esa poética y sublimehora los acentos de una música lejana. ¿De dónde nacían esas armonías? ¿Quién, en el rincón de esta aldea abandonada y tranquila, así impregnaba de dulces sones el aura soñolienta del crepúsculo? Para saberlo es necesario que sigamos los pasos de un joven que a la sazón caminaba en dirección de una calle sombría de árboles y a cuyo fin se distinguía una casita, blanqueando entre ellos a losúltimos rayos del moribundo sol. El que a ella se acercaba con precaución y como temiendo ser visto, era un joven que representaba tener de diez y -6- ocho a veinte años a lo más; pero tan alto, tan flaco, tan nervioso, que nada más propiamente personificaba la imagen de ese personaje que bajo el prosaico nombre de Juan Largo nos ha descrito el Pensador mexicano. Sus brazos eran largos con relación a sucuerpo y sus manos un poco largas con relación a sus brazos; sus piernas no estaban tampoco en razón muy directa de longitud con el resto de su individuo. Sus facciones, bastante pronunciadas para marcarse perfectamente, a pesar de la escasa luz que ahora sobre ellas caía, no eran precisamente hermosas, puesto que los ojos eran algo grandes y un poco saltones, las orejas y la nariz grandes...
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