Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay
Paraguay se erguía como una excepción en América Latina: la única Nación que el capital extranjero no había deformado. El largo gobierno de mano de hierro del dictador Gaspar Rodríguez de Francia (1814-1840) había incubado, en la matriz del aislamiento, un desarrolloeconómico autónomo y sostenido. El Estado, omnipotente y paternalista, ocupaba el lugar de una burguesía nacional que no existía, en la tarea de organizar a la Nación y orientar sus recursos y su destino. Francia se había apoyado en las masas campesinas para aplastar la oligarquía paraguaya y había conquistado la paz interior tendiendo un estricto control frente a los restantes países del antiguoVirreinato del Río de la Plata. No había grandes fortunas privadas cuando Francia murió, en 1840. Los posteriores gobiernos de Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano continuaron y vitalizaron la tarea.
La economía estaba en pleno crecimiento. Cuando los invasores aparecieron en el horizonte, en 1865, Paraguay contaba con una línea de telégrafos, un ferrocarril y una buena cantidad defábricas de materiales de construcción, tejidos, ponchos, papel y tinta, loza y pólvora. En el arsenal de Asunción se producían cañones de bronce, obuses y balas. La siderurgia nacional, como todas las demás actividades económicas esenciales, estaba en manos dl Estado. El país contaba con una flota mercante nacional, y habían sido construidos en el astillero de Asunción. El Estado virtualmentemonopolizaba el comercio exterior, que no constituía el eje de la vida nacional. Era también el único país de Latinoamérica que no vivía con la mirada clavada al otro lado del Atlántico. La balanza de pagos arrojaba un fuerte superávit. Paraguay tenía una moneda fuerte y estable, y disponía de suficiente riqueza para realizar enormes inversiones públicas sin recurrir al capital extranjero. El país no debíaun centavo al exterior, pese a lo cual estaba en condiciones de mantener el mejor ejército de América del Sur, contratar técnicos ingleses que se ponían al servicio del país, en lugar de poner al país a su servicio, y enviar a Europa unos cuantos jóvenes universitarios paraguayos para perfeccionar sus estudios. El excedente económico generado por la producción agrícola no se derrochaba en el lujoestéril de una oligarquía inexistente, ni iba a parar a los bolsillos de los intermediaros, ni a las manos de los prestamistas, ni al rubro de ganancias que el Imperio Británico nutría con los servicios de fletes y seguros. La esponja imperialista no absorbía la riqueza que el país producía. El 98% del territorio paraguayo era de propiedad pública: el Estado cedía a los campesinos la explotaciónde las parcelas a cambio de la obligación de poblarlas y cultivarlas en forma permanente y sin el derecho de venderlas. Las obras de riego, represas y canales, y los nuevos puentes y caminos contribuían en grado importante a la elevación de la productividad agrícola. Se rescató la tradición indígena de las dos cosechas anuales, que había sido abandonada por los conquistadores españoles.
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