Hambre

Para la manipulación religiosa con la finalidad de satisfacer ambiciones políticas no existe recurso demagógico que no esté dispuesto a poner en práctica. De dos factores que yatienen rango histórico en nuestro país, se está sirviendo Ortega: uno la tradición -el de las celebraciones católicas- y el otro, el hambre de las masas humildes, fenómeno socialgestado durante largos años.

Del factor hambre tampoco escapan los miles de empleados y funcionarios de un Estado laico por mandato constitucional y burlado por decisión partidaria,porque ellos deben participar en las actividades manipuladoras de la fe y la devoción de los más pobres, y si no cumplieran, sería en sus casas donde les acosaría el hambre por eldesempleo forzado. Bajo esa amenaza, los empleados y funcionarios públicos no son capaces de resistirse a las órdenes partidarias. Para quienes entre estas personas no sonorteguistas ni católicas -normal en un país pluralmente político y religiosamente diverso-, esta exigencia es una doble violación a sus derechos humanos.

Pese a esta violación de derechos,no es este sector social de la administración pública el más perjudicado, sino el sector de las personas que se ven forzadas por las necesidades más elementales a echar a un ladosu dignidad, sus vergüenzas y su autoestima a cambio de recibir unas cuantas cosas que sólo tienen valor por sus miserables condiciones de vida. Para las personas mayores no sólosignifica humillación por no estar en capacidad de cumplir sus responsabilidades paternales -de lo cual no son culpables-, sino también les obligan a exhibir su pobreza y su dignidadjunto a las de sus hijos. Es posible que los niños aún no tengan conciencia de ello, pero el hecho de someterlos y acostumbrarlos a estas condiciones de mendicidad, es delictivo.