hfxf

Páginas: 6 (1462 palabras) Publicado: 9 de diciembre de 2014
 El hombre muerto
El hombre y su machete acababan de limpiar la quinta calle del ba­
nanal. Faltábanles aún dos calles; pero como en éstas abundaban las chircas
y malvas silvestres, la tarea que tenían por delante era muy poca cosa. El
hombre echó en consecuencia una mirada satisfecha a los arbustos roza­
dos, y cruzó el alambrado para tenderse un rato en lagra­milla.
Mas al bajar el alambre de púa y pasar el cuerpo, su pie izquierdo res­
baló sobre un trozo de corteza desprendida del poste, a tiempo que el ma­
chete se le escapaba de la mano. Mientras caía, el hombre tuvo la impresión
sumamente lejana de no ver el machete de plano en el suelo.
* * *
Ya estaba tendido en la gramilla, acostado sobre el ladoderecho, tal
como él quería. La boca, que acababa de abrírsele en toda su extensión,
acababa también de cerrarse. Estaba como hubiera deseado estar, las rodi­
llas dobladas y la mano izquierda sobre el pecho. Sólo que tras el antebrazo,
e inmediatamente por debajo del cinto, surgían de su camisa el puño y la
mitad de la hoja del machete; pero el resto no se veía.
El hombre intentó moverla cabeza, en vano. Echó una mirada de reojo
a la empuñadura del machete, húmeda aún del sudor de su mano. Apreció
mentalmente la extensión y la trayectoria del machete dentro de su vientre,
y adquirió, fría, matemática e inexorable, la seguridad de que acababa de
llegar al término de su existencia.
biblioteca ayacucho259
La muerte. En el transcurso de la vida se piensa muchas veces en que
un día, tras años, meses, semanas y días preparatorios, llegaremos a nuestro
turno al umbral de la muerte. Es la ley fatal, aceptada y pre­vista; tanto que
solemos dejarnos llevar placenteramente por la imagi­nación a ese momen­
to, supremo entre todos, en que lanzamos el último suspiro.
Pero entre el instanteactual y esa postrera espiración, ¡qué de sue­
ños, trastornos, esperanzas y dramas presumimos de nuestra vida! ¡Qué
nos reserva aún esta existencia llena de vigor, antes de su eliminación del
escenario humano! Es éste el consuelo, el placer y la razón de nuestras
divagaciones mortuorias: ¡Tan lejos está la muerte, y tan imprevisto lo que
debemos vivir aún!
¿Aún?... No han pasado dossegundos: el sol está exactamente a la
misma altura; las sombras no han avanzado un milímetro. Bruscamente,
acaban de resolverse para el hombre tendido las divagaciones a largo plazo:
se está muriendo.
Muerto. Puede considerarse muerto en su cómoda postura.
Pero el hombre abre los ojos y mira. ¿Qué tiempo ha pasado? ¿Qué
cataclismo ha sobrevenido en el mundo? ¿Qué trastorno de lanaturaleza
trasuda el horrible acontecimiento?
Va a morir. Fría, fatal e ineludiblemente, va a morir.
El hombre resiste –¡es tan imprevisto ese horror! Y piensa: ¡Es una
pesadilla; esto es! ¿Qué ha cambiado? Nada. Y mira: ¿No es acaso ese
bananal su bananal? ¿No viene todas las mañanas a limpiarlo? ¿Quién lo
conoce como él? Ve perfectamente el bananal, muy raleado, y las an­chas
hojasdesnudas al sol. Allí están, muy cerca, deshilachadas por el viento.
Pero ahora no se mueven... Es la calma de mediodía; pronto deben ser las
doce.
Por entre los bananos, allá arriba, el hombre ve desde el duro suelo
el techo rojo de su casa. A la izquierda, entrevé el monte y la capuera de
canelas. No alcanza a ver más, pero sabe muy bien que a sus espal­das está
el camino al puertonuevo; y que en la dirección de su cabeza, allá abajo,
yace en el fondo del valle el Paraná dormido como un lago. Todo, todo
exactamente como siempre; el sol de fuego, el aire vibrante y solitario, los
bananos inmóviles, el alambrado de postes muy gruesos y altos que pronto
cuentos
260
tendrá que cambiar......
Leer documento completo

Regístrate para leer el documento completo.

Conviértase en miembro formal de Buenas Tareas

INSCRÍBETE - ES GRATIS