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1. En primer lugar, Venezuela conoció tempranamente la alternancia -que politólogos y políticos neoliberales quieren hoy vender como la cura para todoslos sistemas políticos latinoamericanos- cuando, en 1957, después de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, los dos partidos tradicionales (AD y COPEI) -en el pacto de Punto Fijo- seapoderaron de la "transición democrática". La alternancia se reveló, a lo largo de los años, un co-gobierno patrimonialista, clientelar y corrupto en manos de una clase política siempre más homogénea yservil frente a los intereses económicos dominantes. La carrera hacia el centro que conlleva la idea del bipartidismo y de la alternancia, si bien resuelve en apariencia el problema de la gobernabilidad enel plano institucional, implica un acotamiento de la representación política, restringe el espectro de las opciones políticas y neutraliza la posibilidad de construcción de alternativas sociales porla vía electoral. ¿Dónde se canalizan entonces las esperanzas y las expectativas de cambio de fondo que son la sal de la participación política de sectores sociales excluidos, explotados y acorraladosen la pobreza por el neoliberalismo? ¿Son marginadas del juego político institucional en aras de garantizar la estabilidad, como un sacrificio necesario, o se trata de una problema irresuelto queanuncia el fracaso de un modelo de relaciones políticas y sociales?
2. En Venezuela, al margen de un sistema político cerrado y partir de la crítica a esta forma de partidocracia, en los años 90, eleje de la oposición pasó de las manos de la izquierda (Movimiento al Socialismo y La Causa Radical) a las de un movimiento de masas guiado por un militar populista. Si bien es imposible soslayar las...
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