Holo

Una bella mentira.
Todo ahora tenía sentido, era perfecto, hermoso. La oscuridad de la habitación, los tibios alientos de su boca, su cuerpo frágil, ágil pero a la vez fuerte, entraba en contacto con mí fríos y oscuros sentimientos. Jamás había sentido algo como aquello… pero jamás me había arrepentido tanto, en mi vida. Creo que fue la primera noche, la más bella. Una pesadilla, la másperfecta. Una hermosa y bella mentira.

Un tétrico comienzo.
Eran ya las once de la noche. Mis oscuras pesadillas se tornaban aún más desagradables poco a poco. No cesaban, y parecían no conocer la piedad. Pensaba tan solo en esas imágenes. En mis extrañas memorias sin orígenes previos. Acostumbro soñar y tener pesadillas. Que parecen sacadas de una mente extraña y distante, llenas de oscurasentidades. Demonios quizás.
No podía dejar de pensar en el hecho de volver al instituto para cursar por fin mi último año. Algo que había esperado toda mi vida, por un tonto intento de madurar prematuramente. Se escuchó un frágil sonido a la puerta de mi habitación. Mi madre irrumpió para revisar si estaba bien, o quizás para contarme algo que no era bastante importante. Supongo que era más lasegunda opción que la primera.
-Alexander, ¿puedo pasar?
-Sí, claro que puedes… -Musité con algo de disgusto.
Abrió la gruesa puerta de madera lacada de tonalidades oscuras, mientras se oía el chirrido de las abrazaderas de esta. Caminó con sus delicados y finos pies y encendió la luz de manera brusca.
-Es ya tu último año… -Dijo, aludiendo claro, a su edad. Es una de esas mujeres Forever Young.-Lo sé, como pasa el tiempo… ¿no? –Soltó su cabello de colores marrones mientras se recostaba a los pies de la cama.
-Espero que te vaya bien este año, no te metas en problemas…
-No lo haré… lo prometo.
-¿Tienes todo? ¿Compraste tus cuadernos verdad?
-Sí, con el dinero de papá, ¿recuerdas? -Dije con un bostezo muy poco disimulado.
-Si... solo me aseguraba. ¿Cómo está? –Dijo con una vozdulce, advertí melancolía en su voz.
-¿Quién? ¿El ancestro?
-Sí, al parecer ha tenido más suerte que nosotros.
-No creo que formar una familia nueva y crear felicidad de manera hipócrita. Pueda llamarse suerte… -Dije de manera rápida e indiferente.
-No digas eso de Jared, el solo…
-Mamá, lo sé. Es solo que no quiero que sigas sufriendo por su cobardía y poca hombría. –Dije con un tonode desagrado, quizás sonó aun más fuerte de lo que quería.
-Bueno, será mejor que no hablemos del tema. ¿No crees?
-Pienso lo mismo, siento mi hostilidad. Madeleine. –Dije con un suspiro- Le gustaba que la llamasen de esa manera, se sentía a la par conmigo. Al menos eso parecía. Sonreía cada vez que lo hacía.
-No te preocupes, es entendible. Solo duerme, mañana tendrás mucho que hacer – Memiró con sus grandes ojos y sonrió de manera burlesca.
-Claro… Buenas noches, suerte en la consulta, recuerda. Las llaves del Mazda están en la percha, junto a tu bufanda violeta.
-Casi lo olvidaba, gracias. Alexander.
-Alex…
-Claro, hijo. Buenas noches. –Cerró la puerta muy suavemente evitando el desagradable chirrido de la puerta al salir. Recordó apagar la luz de la habitación. Para misorpresa. Intenté dormir, pero me fue bastante difícil. No logré conciliar el sueño a eso de las una de la madrugada.
A la mañana siguiente, mi celular me despertó de golpe. Con ese absurdo despertador con tono polifónico. Me recosté en la cama y me quedé mirando mis zapatillas de lona, inmóvil. No entiendo él porque lo hago, pero tenía mucho sueño para pensar. Me levanté y me di una ducha rápida.Seleccioné entre de entre mi ropa prendas con las cuales no puedo salir. Mis oscuros pantalones ajustados, mi suéter gris y mi chaqueta de oscuras tonalidades. Me puse rápidamente mis botas de cuero. Son similares a unas simples botas militares, pero más cortas y algo más estilizadas, bastante menos toscas, a decir verdad.
Desordené mi cabello y tomé mi bolso. Pero cuando estuve a punto de...