Horacio Quiroga

Páginas: 30 (7306 palabras) Publicado: 14 de noviembre de 2012
José Maria Delgado - Alberto J. Brignole

Horacio Quiroga

En marzo de 1903 estaba de nuevo en Buenos Aires. Contaba entonces 24 años. Todo había que rehacer: el entusiasmo, la fe, el hábito del trabajo, cercenados por la tragedia, y hasta la orientación, porque comenzaba a serle evidente que con la literatura de “Los arrecifes" no se iba a ningún lado. La ciudad porteña, campo enorme aconquistar sin otra arma que la pluma, se le presentaba cerrada como un reducto, y aunque mucha fuese la confianza que en su empuje y su capacidad depositara, comprendía que, para escalarlo, necesitaba aguzar todas sus facultades y, principalmente, las auto-críticas. Contaba allí con una amistad: la de Lugones y, además, con un hogar familiar. Su hermana María, única que le quedaba ya (Prudencio yPastora habían fallecido los dos en el correr de 1901) había contraído nupcias con Don Eduardo D. Forteza, intelectual de acción destacada en la ciudad de Salto, de la cual era oriundo, y en donde ejerció las funciones de Inspector Departamental de Escuelas. Alma inflamada de lirismo, todas las iniciativas idealistas que allí surgieron, contaron con su colaboración decidida. Su nombre figura entre losfundadores del "Ateneo del Salto", cuya tribuna frecuentemente ocupó, exteriorizando desde ella, así como desde los diarios y revistas locales, una cultura literaria y una vena poética tan inspirada como las mejores que hiciera brotar en la República, por ese entonces, el romanticismo triunfante. Ávido de dilatar sus horizontes y contando con la ayuda que muchos amigos intelectuales le ofrecíandesde Buenos Aires, Forteza vino a domiciliarse en esta ciudad en diciembre de 1895, dedicándose a la enseñanza y al periodismo. En su hogar Quiroga encontraría un apoyo moral y un tierno refugio para su espíritu lacerado. También, con la ayuda de Forteza y las relaciones de éste, se iniciaría como pedagogo, profesión que seguramente nunca había soñado ejercer, siendo designado por el entoncesRector del Colegio Nacional Central, Don Enrique de Vedia, para integrar las mesas examinadoras que actuaron en esta institución a fines de 1902. Y no hubo de ser muy objetable su desempeño, ni muy pobre la revelación de su capacidad para la docencia allí demostrada, cuando en marzo de 1903, se le dio una plaza dentro del profesorado activo. Pasó a ocupar, reemplazando temporariamente a Forteza, lacátedra de castellano que éste dictaba en el Colegio Británico, incorporado al Colegio Nacional. Pero, perspectivas muchos más pobladas de interés que las que le proporcionaban sus trajines magisteriales y mucho más concordes con su temperamento aventurero, lo llevarían, en setiembre de ese mismo año, a cambiar el pupitre de maestro por las correrías en la selva tropical. El Ministerio de InstrucciónPública Argentino, había encargado a Lugones e1 estudio de las ruinas del Imperio fundado por los Jesuitas en las Misiones. Hacía falta poner en su punto la historia de una dominación desfigurada por polémicas sectarias, y tan sumergida en la leyenda como la mayoría de sus pueblos, luego de los terribles saqueos que siguieron a su abandono, en la lujuria de la selva. El viaje era, naturalmente,en la casa del poeta arqueólogo, siempre visitada por Quiroga, el tema central de las conversaciones. Este ponía en oírlas la atención deslumbrada que le merecía todo cuanto tomase un sesgo nuevo o extraño. Aquellos imponentes macizos forestales, los ríos, los cielos con luceros "grandes como toronjas"; las ciénagas que se ocultan bajo acolchados de verdes rutilantes; los enormes ofidios; lasfugaces, pero tremendas tormentas que se desatan bruscamente en el fondo de los bosques; el gigantismo de ciertas especies vegetales; y, sobre todo, aquel desembrozar,

a golpes de hacha y machete, pueblos devorados por el bosque y mantenidos en el secreto de sus entrañas, eran una golosina aventurera que concluiría por apasionarlo fuertemente. Y un día comunicó a Lugones súbitamente su deseo de...
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