Indigencia

Eduardo Valencia, de 61 años de edad, espera sentado en un andén a que los últimos estudiantes de la Universidad Cooperativa salgan rumbo a sus casas.
No encuentra la hora de sacar unos plásticos y algunos cartones para tender su improvisada cama sobre el lugar que sirve de garaje a las motocicletas de los universitarios.
Esa noche, por ser fin de semana, le tocó esperar más que de costumbre,ya que los jóvenes se quedaron tomando unas cervezas y el crujir de su estómago parece recordarle que hace ya varias horas que no prueba bocado.
Por eso recuerda que eran mejores sus noches en la ronda del caño Parrado, donde había levantado un cambuche, que desconocidos destruyeron durante su ausencia.
Al día siguiente se levantará a la madrugada para no causarle estorbo a nadie, luego de locual irá a una parroquia donde le regalarán agua de panela con pan. El resto de la jornada la pasará rebuscándose el golpe para luego regresar en busca de su cama.
Este es solo un caso de los muchos que se registran en la capital del Meta y que son más notorios en las noches cuando estos personajes (niños, jóvenes y adultos) invaden andenes, garajes, zonas verdes, puentes y cuanto lugar les puedaservir de albergue para pasar la noche.
Lo curioso del asunto es que muchos de estos hijos de la noche no son los típicos y consumados indigentes sino personas de baja condición social que están a punto de caer en la total indigencia, frente a la mirada pasiva de la sociedad y, sobre todo, de las autoridades en quienes recae la obligación de velar por la población menos favorecida.
Un recorrido deLLANO 7 días por la zona céntrica de Villavicencio permitió encontrar ancianos abandonados, niños que hasta ahora parecen incursionar en la vida callejera, campesinos desplazados por la violencia y familias enteras que duermen en el desvencijado carro de madera, que de día les sirve para cumplir con las labores de reciclaje, con lo cual se ganan la vida.
Dentro de los sitios más concurridos porestas personas están el sector del almacén YEP, calle de las palmaditas, puente de la Cruz Roja y Caño Parrado, Plazoleta de los Centauros, zona bancaria, Cámara de Comercio, parque Santander, Terminal de Transportes y cerro de Cristo Rey, entre otros lugares.
Según Jorge Palomino, estudiante de sicología y miembro de la Fundación Arcoiris de la Noche, institución que lleva ocho años investigandoesta problemática, cerca del 75 por ciento de la población que habita en la calle son personas con edades entre los 13 y 18 años y más de la mitad son mujeres. En su concepto, gran parte de los nuevos habitantes de la calle provienen de sectores como los barrios Antonio Pinilla, Covisán, San José y, en menor proporción, Ciudad Porfía y El Estero. Aunque también se ha notado la presencia depersonas procedentes de la zona de Puerto López y el Ariari.
En cuanto a la asistencia que reciben estas personas, Palomino dice que la gran mayoría proviene de instituciones privadas y religiosas, mientras que es muy poca la ayuda que reciben de parte del Estado, sin que ello implique desconocer algunos esfuerzos muy puntuales.
Para completar, muchos de estos programas tienen más buenas intencionesque resultados propiamente dichos, ya que el trabajo es casi netamente de corte asistencial pero no hay mucho trabajo en materia de rehabilitación o ésta no se enfoca de buena manera porque carecen de herramientas sicoterapeúticas adecuadas, su contenido es empírico, vivencial y no manejan la individualidad del ser humano.
Estos programas no tienen ningún tipo de control y se han presentado hastacasos de maltrato físico y sicológico. Otros, en su afán de ayudar con algo, lo único que hacen es fomentar la mendicidad y algunos se quedan en una visión meramente teológica.
Palomino considera que es importante realizar un trabajo interinstitucional que empiece por identificar plenamente la problemática que se vive en Villavicencio, sensibilizar a la sociedad y crear modelos terapéuticos de...