Isadora Duncan.

Páginas: 7 (1563 palabras) Publicado: 22 de octubre de 2013
ISADORA DUNCAN: UN SALTO EN LA FILOSOFÍA DE LA DANZA
(a partir de textos d’Alejandro Carpentier i altres autors)

Hace veinticinco años, en Niza, una mujer salió a dar una paseo en su automóvil… De
pronto, el motor empieza a fallar. El auto se arrima a una orilla de la carretera.
-¿Usted cree que sea cosa de mucho tiempo? –pregunta ella al chófer.
-¡Unos minutos, nada más! –le responde. Ypronto vuelve el auto a ponerse en
marcha. Pero se oye un grito ahogado. Una larguísima echarpé de seda que la dama
llevaba en el cuello, a modo de bufanda, ha ido a enredarse en el eje de una rueda
trasera. Y es una ahorcada la que llevan, ya sin vida, al hospital más cercano… De tan
absurda manera murió una de las artistas más extraordinarias de todos los tiempos:
Isadora Duncan.
IsadoraDuncan (1878-1927) pertenecía a ese grupo de “monstruos sagrados” que no
tuvimos la ventura de conocer, pero que nuestros padres recuerdan aún, con un fervor
que el transcurso de los años no ha menguado. Isadora, como Eleonora Duse, como
Sarah Bernhardt, fue el asombro de su época. Nacida en San Francisco,
norteamericana de pura cepa, cruzó el Océano, un día, para promover un
renacimiento de ladanza antigua.
Cuando el ballet empezaba, apenas, a librarse del academicismo del Teatro Imperial
de San Petersburgo, vegetando, en la Ópera de París, como un ”divertimento”
académico, sin vida, que hasta los compositores de alguna importancia habían
olvidado, Isadora Duncan causó una revolución tan profunda en el mundo de la danza
que aún estamos asistiendo a la evolución de sus teorías…Porque, no debemos
olvidar que, aún siendo violentamente combatida por Diaghilev y sus coreógrafos,
Isadora Duncan acabó por conquistarse espiritualmente a Fokine. Sin ella –la
excéntrica americana, la “sin técnica”, la revolucionaria de los pies desnudos- no
hubiéramos conocido esas dos realizaciones cimeras del ballet moderno, que son el
“Dafnis y Cloe” de Ravel, y ”La siesta del fauno” deDebussy-Nijinski.
Desde niña fue evidente su inclinación a la danza. Escribió: "Nací a la orilla del mar.
Mi primera idea del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de
las olas...". Con diecisiete años se incorporó a la compañía de Agustin Daly, en Nueva
York. Sus innovaciones no convencieron al empresario. Duncan abandonó la
compañía dos años más tarde dirigiéndose aInglaterra, dispuesta a estudiar los
movimientos dancísticos en los jarrones griegos del Museo Británico. Estudio, lecturas
y ensayos ocuparon su estancia en este país, a la búsqueda de nuevas fórmulas de
expresión dancística.
Isadora nos ha hablado, en sus extraordinarias memorias, de sus largas meditaciones,
en el Louvre, ante las vitrinas de las tanagras y los vasos cretenses, cuyo barroinmovilizó, para siempre, los gestos de la gran danza mediterránea –la que hace
remontar el abolengo de sus gestos a las oscuras épocas de los misterios
poseidónicos. Nos ha contado también cómo, llevando sus investigaciones a un
terreno situado mucho más allá de la danza superficial de aquellos días, encontró el
foco de toda dinámica corporal en el plexo solar. Para Isadora la danza debía consustanciarse en la Sinfonía y la Oda musical. Y por ello, estableciendo vínculos
nunca sospechados por encima del tiempo, esa maravillosa mujer llegó a interpretar,
en ligera túnica griega, sin más adorno que la belleza de su propio cuerpo, músicas
tan puras, tan excelsas, como las fugas de Bach o los andantes de sinfonías
beethovenianas. Esa fue otra más de sus novedades: la libreinterpretación de
partituras no escritas para ser bailadas como las de Schubert, Chopin o Brahms. Fue
un genio coreográfico, un espíritu de la danza, que llenó toda una época con su arte.
Varias de sus actuaciones despertaron el entusiasmo entre los londinenses. Un diario
manifestaba: "En esta época actual de elaboración y artificialidad, el arte de la señorita
Duncan es como un soplo de aire puro...
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