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Adaptación de internet ©2005.
I.M.S. Juan Carlos Helwig Ladú
Secretario del Consejo Católico
Guías y Scouts de Costa Rica
www.siemprelistos.org
Consejodefe@siemprelistos.org
índice
Título de la obra Pág. Autor/a
Introducción “Las cuatro Virtudes” 2 Hua-Hu-Ching
Un regalo para dos 2 Andrea HensleyValor en el fragor de la acción 3 Bill Sanders
El Encuentro 4 Blanca Azul-Chile
El primer beso 6 Anónimo
Extraño sueño 9 Blanca Azul-Chile
Frustrado amor de primavera 13 Anónimo
Fin de secundaria y comienzo de otra historia 16 Anónimo
El secreto de la felicidad 18de Speaker’s Sourcebook
La carrera incompleta 18 Terri Vandermark
Ella me dijo que si quería podía llorar 19 Daphna Renan
Fútbol, fútbol condenado fútbol 19 Anónimo
Inesperado encuentro 21 Anónimo
La señora Lalita 24 Susan Daniels Adams
La vida no se trata deeso 25 Katie Leicht
Los ases del metegol 26 Anónimo
Mi abuela siempre está 29 Anónimo
Mi hermano mayor 32 Lisa Gumenich
Perdón Alicia 33 Anónimo
Un inolvidable amor de bachillerato 35 Diana L. Chapman
Viajes Varios 37 Anónimo
Viejotambién sólo hay uno 40 Anónimo
Introducción
LAS CUATRO VIRTUDES
"Quienes quieran conocer la verdad del universo,
deben practicar las cuatro virtudes cardinales.
La primera es la reverencia por toda vida;
ésta se manifiesta como amor incondicional y respeto por uno mismo
y por todos los demás seres.
La segunda es la sinceridad natural;
ésta se manifiesta como honradez, simplicidad ylealtad.
La tercera es la mansedumbre;
ésta se manifiesta como bondad, consideración por los demás
y sensibilidad hacia la verdad espiritual.
La cuarta es actitud de ayuda;
ésta se manifiesta como servicio a los demás sin expectativa de recompensa.
Las cuatro virtudes no constituyen un dogma externo, sino que forman parte de tu naturaleza original. Cuando se practican originan la sabiduría yevocan las cinco bendiciones: salud, riqueza, felicidad, longevidad y paz".
Hua-Hu-Ching
UN REGALO PARA DOS
El hermoso día estaba como mandado a hacer para hacer el centro urbano de la ciudad de Portland.
Éramos un grupo de consejeros de un campo de verano haciendo uso de nuestro día de asueto, alejados de los veraneantes y dispuestos a divertirnos un rato. A la hora del almuerzo le pusimos elojo a un bello parque en el centro de la ciudad. Como todos teníamos un antojo diferente cada cual se fue a buscar lo que quería para comer, después de acordar que nos encontraríamos en el parque poco después.
Cuando mi amiga Robby se encaminó hacia un carrito de perros calientes, decidí hacerle compañía. Observamos cómo alrededor el vendedor elaboraba un perro caliente perfecto, tal y como ellalo deseaba. Sin embargo, el vendedor nos sorprendió cuando ella se dispuso a pagarle.
“Ese perro se ve un poco frío”, dijo el señor. “Guarde su dinero. A usted le tocó el perro caliente gratuito del día”.
Le dimos las gracias y nos fuimos a reunir con los demás amigos para saborear juntos nuestras viandas.
Pero mientras comíamos y charlábamos me llamó la atención un señor solitario sentadocerca de nosotros, que parecía observarnos. Se veía desaseado. Otra persona sin hogar y a la deriva, como tantos que se ven en las ciudades, me dije sin darle mayor importancia.
Al terminar de almorzar nos preparamos para seguir nuestro periplo turístico, pero cuando Robby y yo nos acercamos al canasto de basura para arrojar los restos del almuerzo, escuché una sonora voz queme decía: “¿Será que...
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