Kenneth Astua Delirios De Un Amante Sin Prop Sito

Delirios de un amante sin propósito.
Kenneth Astua

Delirios de un amante sin propósito

| Kenneth Astua

“Las personas no lloran porque sean débiles,
sino, más bien, porque llevan mucho tiempo
tratando de ser fuertes”

Con el amor que siempre se ha merecido de mi parte, este cuento,
a Fabiana de Jesús Santamaría

“And all I have to do is think of her”
George Harrisson

Delirios de un amantesin propósito

| Kenneth Astua

Esa mañana, bajaba por las escaleras, ya le llegaba su olor a estrellas. Era como si Ella le
perteneciera, y Él a ella. Caminaban por la avenida siendo los dueños de la vida. Él ligero, con
ganas de tener una guitarra para ir tocando y cantando. Entraron a una cafetería, y ellos eran los
únicos ahí. A Ella se le notaban los besos en la mirada y el whisky en lasonrisa. La mesera se
acercó queriéndoles atender. El lugar era pequeño, pero bastante acogedor. Era de madera, y
tenía una chimenea, que le daba un toque especial al ambiente invernal que ya por defecto tenía
la ciudad. Sonaba una canción en el fondo: Something. En tanto esperaban el desayuno, él
imaginaba que Ella estaba enfrente. “Tus ojos son profundos, un mar al que reconozco, pero en el
quenunca me he sumergido”- le susurró.
Más tarde llegó a su cama, y se tiró sobre ella. Pensando. Él empezaba a darse cuenta que
estaba hundido, y no tenía como salir. Ya se había consumido en una sensación difícil de describir
ahora, pero parecida a la certidumbre de haber encontrado algo esencial. Ella le sonrió –porque
no puede evitar sonreír cuando la ven a los ojos- y le dijo que tenía una hermosasonrisa. “¿Mis
dientes?”- preguntó ella. Respondiéndole le dijo: “Sí. Son traviesos. Juguetones. Son preciosos.” Y
su boca se acercó a la suya, como invitándolo a que se quede a vivir en sus labios, por siempre.
¿Es posible que ya la conociera? En otra vida, tal vez sesenta años atrás, en el centro de
una breve, y aparentemente ligera, historia. Como si se hubieran reencontrado de manera casual.Aunque, desde el principio, a los dos se le adivinaban las ganas. Unas pequeñas ganitas, apenas
visibles. Probablemente querían escribir, juntos, las primeras líneas de un cuento. Compartir unas
horas revisando la trama, las voces narrativas, y la verosimilitud de sus personajes. Todo quedaría
dentro de un pequeño taller literario y detenido en fotos viejas de su adolescencia. Sólo eso… peroahora los observo, atrapados en un torbellino insensato. Ya el deseo los había tomado, y no iba a
devolverlos a sus condiciones de origen, a esas vidas cotidianas que, sin darse cuenta, los
abrazaban asfixiándolos. Y se quedaron ahí, como bordeando el dolor, como sacando del mar, el
rostro para llorar, con la certeza de estar enredados, entre remolinos y su amor.
Fueron casi un muro, casi sal. Fueroncasi nada, y todo de una sola vez. Todo temen. Todo
gozan. Caminaban a grandes pasos, tenían prisa. Sabía bien que no se podían detener; y no lo
hicieron. Prefirieron aventurarse mar adentro a cazar mariposas, a hilvanar futuros perfectos. A
inaugurar palabras que le dieran vida a ese amor nuevo.
-Sabes bien que no me queda mucho tiempo en Frankfurt, ¿verdad?
-Lo sé, pero eso no me preocupatodavía.
-Tarde o temprano voy a tener que dejar la ciudad. Deberías pensar en que vas a hacer cuando yo
no esté.
-Eso vendrá después, me voy a ocupar de eso cuando llegue su momento. Preocuparme
anticipadamente no va a evitar que te vayas.- Fue lo que le dijo un tanto desanimado. Él ya sabía
que pronto se desgarraría, ya sabía que se sentiría incompleto. Y él no podía hacer nada. Sabía que
ambosquerían seguir juntos. Los dos sabían que si querían volver a existir, en el único de los

Delirios de un amante sin propósito

| Kenneth Astua

mundos posibles, tendrían que tomar papel y lápiz y crearse. Y después solo serían eso, dos
personajes de ficción que, amándose, se van reinventando.
-Me escribirás.
-Eso no lo dudes.
De regreso a la casa caminaban. Ciegos por lo que vivían, pero cuando...