La Boina Roja

Páginas: 35 (8699 palabras) Publicado: 24 de junio de 2012
TODO
UN CONFLICTO
DE SANGRE

El incidente parecía incomprensible, sobre todo tratándose de la viuda de Rosenberg, tan digna, tan
austera, tan pagada de sí . Nadie creyera que la
buena señora, con su gran corpulencia y sus años, fuese capaz de armar lío tan grotesco . A lo mejor . . .
esos conflictos anímicos . . . Como a la pobre se le
veía tan rara después de su dolencia . . . Sinembargo, todo hacía comprender que se trataba de excesivos cocteles . ¡Insensata! Y, para colmo de males,
haber hecho ese escándalo cuando más concurrido estaba el Club y cuando aquella verbena prometía prolongarse toda la noche . Vaya usted a saber qué habría en el fondo . . . Por lo pronto ya el enredo era
grande.
La terraza bullía plena de gente que iba de un lado
a otro recogiendo noticias .Casi nadie bailaba, tal
era la inquietud originada por el curioso caso, y eran
vanos los enormes esfuerzos de la orquesta por distraer al público .
Cada nuevo detalle corría de mesa en mesa, exagerado, como sucede siempre que anda en juego la
honorabilidad de una persona .

Los faroles chinescos, meciéndose en el aire, ponían su nota alegre y multicolor sobre las cosas y
sobre el falsoasombro reflejado en los rostros .
La defensa o ataque de la viuda de Rosenberg
provoco enconadísimas discusiones . Defendíanla los
hombres aduciendo mil razones de crédito, y, en cambio, las esposas, la atacaban con verdadera acrimonia . No obstante, era difícil analizar los hechos, pues
aquello ocurrió en el bar del Club precisamente cuando todos bailaban, de modo que la orquesta amortiguó loschillidos que, según alguien dijo, había lanzado la señora de Rosenberg .
Quienes daban más fe de la trifulca referíanla a
su antojo, llegando a confesar que, entre la gresca
que se formó en el bar, vieron apenas a una enorme
señora debatiéndose airada y dando gritos mientras
la conducían hacia la puerta del Club .
De manera que la reputación de la señora de Rosenberg quedó pronto mezclada amaliciosas sonrisas y a esos ambiguos comentarios que se profieren
con grandes aspavientos .
Pero las discusiones tenían más visos de verosimilitud en una mesa de las más apartadas, en torno de
la cual aglomerábanse numerosas personas procurando acercarse a la única fuente lógica de información .
No ignoraban que el más autorizado comentador del
hecho tenía que ser el médico de la señora deRosenberg, pues estuvo con ella, y porque muchos decían

que se trataba de un caso de trastorno obsesivo . Sin
embargo, como ya conocían el proverbial geniecillo del
doctor Serge, no se habían atrevido a interrogarlo
directamente . Preferían insinuar, como al desgaire,
alguna que otra suspicacia malévola con la vaga esperanza de provocar la explicación del doctor . Pero
el bendito neurólogono parecía percatarse de aquel
asedio o era más zorro de lo que se temían, pues ahí
estaba mirando hacia la mar plácidamente como si
aquella historia no le incumbiera . Fastidiados, resolvieron al fin dejarlo solo con su pipa en los labios .
Allá él y su paciente .
¡Lástima de verbena! Hubiera sido agradable proseguirla toda la noche, pero el escándalo de la señora
de Rosenberg había dejadoun rastro de oprobio, y,
además, ya era tarde . Por cierto comenzaba a soplar
un airecillo mas bien helado y no era el caso de pescar
una gripe ; de manera que aún los más rezagados se fueron despidiendo . Los señores, hablando de la guerra,
del alza de los precios y de lo bien que andaban los
negocios ; las señoras, indignadas aún del alboroto,
prometiéndose todas, a su turno, llamarse porteléfono al día siguiente para indagar noticias ; si bien,
ya en el vestíbulo, detuviéronse un rato para hincarle aún los dientes a la infeliz causante de aquel revuelo .
-¡Qué bochorno!
-¡Quién nos lo iba a decir!
-¡Con esos aires de honorabilidad!

-¡Mira, me alegro! ¡Ya me tenía cansada con ese
cuento de la raza aria pura!
-Malhaya la pureza !
-¡Imagínate! . . . ¡Parece que la cosa...
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